La frase libertad de expresión es tan pequeña, pero tiene un significado grande, más importante en una sociedad como la guatemalteca que se ha visto atacada últimamente por un pequeño grupo de ciudadanos que se niegan a aceptar la derrota electoral en las urnas.
La libertad de expresión es un derecho humano fundamental que no puede ser limitado, menos en una sociedad democrática en donde idealmente se debe dar una excelente comunicación de doble vía entre los gobernantes y la población, los funcionarios públicos deben ser tolerantes a las críticas y estar abiertos al diálogo. El Sistema Interamericano de Protección a los Derechos Humanos ha señalado que “Sin el derecho a la libertad de expresión es imposible que la ciudadanía se informe o exija a las autoridades una adecuada la rendición de cuentas, incluso se vería imposibilitada para compartir posturas con el resto de las personas por lo que la percepción propia y la visión del mundo estaría estrechamente limitada”
Además, el derecho a la libertad de expresión está protegido por la Declaración Universal de Derechos Humanos, que establece en su artículo 19: Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
En un país democrático como se autodenomina Guatemala los poderes del Estado deben escuchar, atender y respetar las posturas y opiniones de la población porque los seres humanos no pueden programarse como máquinas para que todos piensen igual. La libertad de expresión cumple tres funciones principales: el derecho a pensar por cuenta propia pero también el derecho a compartir sentimientos e ideas sin ningún tipo de discriminación; es clave para el ejercicio de otros derechos y es piedra angular de la democracia.