De las lecciones que he recibido a través del montañismo, una de muchas, es el ejemplo del papel tan importante que realizan los guías de montaña, sin duda alguna son personas que están capacitadas para realizar este trabajo; yo las considero personas que poseen un alto nivel de paciencia, porque pudiendo ellos realizar un ascenso en un lapso relativamente corto a veces tienen que llevar el paso, ritmo y en algunas ocasiones el peso de la carga de un novato o inexperto, haciendo un ascenso extremadamente largo y cansado, todo esto para brindar el acompañamiento ofrecido y eso es verdaderamente admirable.
En su mayoría, un guía alienta, asiste y motiva a los expedicionistas a lograr el objetivo de llegar a la cima, ya que ellos han experimentado en carne propia la posibilidad de lograrlo, por lo general, su lema es: ¡sí se puede!
En la vida cotidiana siempre encontramos este tipo de personas que, cuando la vida nos pone a caminar cuesta arriba, aparecen estas personas que nos brindan ese tipo de ayuda, que teniendo la opción de dejarnos solos en el proceso deciden quedarse para impulsarnos, a no desistir y seguir en la lucha.
Cuando Dios hace su promesa de no dejarnos ni desampararnos, creo estar segura de que utiliza los medios y canales para hacerlo a través de personas que ejercen una función en nuestra vida como la de los guías, quienes con su ejemplo nos instan y facilitan el logro de un objetivo; quienes también nos orientan a desistir de un proyecto si está en peligro nuestra seguridad e integridad.
¡Gracias sean dadas a Dios porque nos guía a través de personas que nos brindan su guía!