Si las redes sociales son, de algún modo, el reflejo de la sociedad. Nos encontramos con una sociedad tendiente a la confrontación, el descrédito y el insulto.
No existe un espacio en donde la discusión sobre temas álgidos se lleva a un nivel tan altisonante como en las redes, y en este universo digital no solos los asuntos de por sí contrapuestos generan disputas. En estas discusiones caben hasta los más triviales temas.
La exposición de estos generadores de discusión llevan en muchos casos intenciones subyacentes: desviar la atención, ganar seguidores, provocar polémica, posicionar un tema, aumentar la deshumanización, entretener e incluso podría utilizarse como un experimento social. Existen además otras características presentes, por un lado el nivel bajo al que en la mayoría de casos se lleva la discusión, lo que no permite obtener importantes conclusiones, y por otro el uso del anonimato para sobrepasar los límites.
Por lo general, en estas discusiones se ataca a la persona (perfil) y no las ideas, esto por la ausencia de argumentos suficientes para debatir, y cuando existen los argumentos, la contraparte, al no poder dar respuesta en esa línea, utiliza la misma estrategia del ataque directo y personal para desacreditar; nada que sea lejano a la realidad en las otras formas de comunicación a través de las cuales interactúa la sociedad.
En todo este inmenso mundo de opiniones, los moderadores de las páginas y perfiles se tienen que terminar por resignar, porque difícilmente pueden moderar la enorme cantidad de comentarios que se dan, en consecuencia, terminan siendo aceptados tanto los que son coherentes y aportan, como los incoherentes y sinsentido. Cobran, pues, un mayor significado algunas de las frases de Umberto Eco, como la de que las redes le daban la oportunidad de hablar a todos y la de que con internet nunca se sabe quién habla.
Si es un reflejo de la sociedad, vemos entonces una sociedad deshumanizada, anónima y estresada, a la que solo falta que la provoquen para que tienda a la violencia verbal. Pero vemos también un uso de temas para generar confrontación entre la misma sociedad, reflejo de lo que sucede en la realidad, la utilización del conflicto con fines específicos.
Lamentablemente otra tendencia reflejada es ser tolerante con lo que no se debe y ser intolerante en lo que se debería ser tolerante.