La pregunta de todos los tiempos, ¿Por qué el bueno y justo sufre? ¿Por qué el que se dedica a hacer el mal no le pasa nada? Estas son preguntas que siempre el hombre y la mujer se han hecho a lo largo de la historia. ¿Por qué hay gente con tanto odio y resentimiento en su corazón? Hay gente buena, que se dedica a servir a los demás, y parece que es la que más sufre. Y hay gente mala, que se dedica a hacer el mal, y no le pasa nada. ¿Por qué la vida es tan injusta?
El ejemplo más claro lo encontramos en el libro de Job. Job era un hombre bueno y justo. Y un día se presentan los ángeles ante el Señor, y entre ellos Satanás. Como dice el refrán, nunca falta un pelo en la sopa. Y la función de Satanás era hacer todo lo posible para que Job maldijera a Dios, pero a pesar de cuatro desgracias seguidas (pérdida de sus bueyes, de sus ovejas, de sus camellos y de sus hijos), Job no maldijo a Dios. Lo único que afirma es: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor! (Job 1, 6-22).
Al igual que Job, muchos somos acosados por el diablo a cada rato. Los satanás están en todos lados. En Nicaragua, un tirano da lecciones de democracia; un ateo afirmando que la Iglesia no lo representa. Esta es una muestra de cinismo en su máxima expresión. Gobierna un presidente católico que ataca a los católicos. En Guatemala, no nos quedamos atrás, porque tenemos a un presidente católico, tenemos una jefa del MP católica, pero sus acciones dicen todo lo contrario.
Pero Satanás está también en las familias y todo tipo de grupos y empresas. Los satanás son todos aquellos que andan buscando la manera de ponerle trampas a quienes no les cae bien. Son los chismosos y perros traicioneros que no se animan a dar la cara, sino que atacan por la espalda. Y de éstos, hay en todas partes.
Por lo que es importante que quienes nos consideramos cristianos estemos despiertos y en alerta para intuir la malicia de los malos que muchas veces hasta han comido o comen en nuestra mesa.
Los buenos cristianos tenemos que dejarnos empapar de la gracia a de Dios, para no sucumbir ante tanto ataque del mal en la sociedad actual. En el mundo, Satanás anda suelto, y se mete por todos lados; en México hasta un santuario le han hecho. Es esencial que nosotros nos protejamos con las armas de la oración mental/personal y comunitaria.
Algo que tenemos que tener presente es que las crisis humanas tarde o temprano a aparecerán en nuestra vida. El sufrimiento y el dolor son paquete incluido, no podemos evadirlos. Pero que cuando lleguen no nos quiten el sueño y la paz interior. Muchas veces las crisis son necesarias para poder ver la luz del sol. Es decir, todo lo que nos pasa, tiene una razón y una explicación.
La culpa de padecerlas no la tiene Dios. A veces nos peleamos con Dios por las desgracias que nos pasan. Pero nada que ver. Dios siempre es bueno y rico en misericordia. Lo que nos pasa es fruto de nuestra propia libertad. En esos momentos de crisis tenemos que reconocer la grandeza y la inmensidad de Dios, y que sólo Él sabe por qué nos pasa lo que nos pasa.
Si actualmente está pasando por noches oscuras, tenga paciencia. No se maldiga y ni maldiga a nadie. Sea paciente. Muy pronto descubrirá la razón del por qué le pasa lo que le pasa. Las desgracias tienen un sentido y una razón de ser.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.