Quiero comenzar esta reflexión invitándoles a que cada uno haga un recuento de las cargas que actualmente tiene; luego, ordénelas según el peso de las mismas. Cada día tiene sus propios problemas, pero hay días, semanas o meses en los que parece que le llueve sobre mojado a uno. El desgaste emocional que se tiene por estas cargas, influye también en nuestro estado de ánimo.
Entre las “cargas” más comunes están las económicas, familiares, laborales y afectivas. Y como mencionaba más arriba, hay días en los que estas cargas pesan más. No es fácil no tener los medios económicos necesarios para lo básico en la casa o bien para comprar las medicinas por las enfermedades que aparecen repentinamente. No es fácil tener qué lidiar con los problemas familiares con la pareja y los hijos. No es fácil no tener un trabajo digno y estable; y no es fácil tener qué luchar con nuestros propios demonios emocionales.
En cuanto a lo emocional, es muy difícil integrar el dolor que se experimenta ante la pérdida de un ser querido; la incertidumbre de muchas personas ante el anuncio de un cáncer terminal; la noticia que recibe una madre de familia cuando a un hijo le pasa algo. Es complejo aceptar el sufrimiento que experimenta una mujer cuando se entera que su esposo anda con otra persona.
Cuando estamos viviendo este tipo de cargas, sobre todo las emocionales, porque todo recae en las emociones y los sentimientos, ¿A quién acudo? ¿En quién busco ayuda? Creo que podemos acudir a hablar con un amigo, una amiga; si es algo relacionado con la salud, podemos acudir al médico; si es una carga afectiva, podemos acudir al psicólogo. Además, los consejeros anteriores que he mencionado, muchas veces se nos olvida acudir a Aquél que me dice: “Vengan a mí, todos los que están cansado y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”. (Mt 11, 25-30).
Cuando sintamos que ya no aguantamos con las cargas cotidianas, acudamos con humildad y plena confianza a Jesús, porque Él ha sido, es y seguirá siendo nuestro mejor lugar para descansar y seguir con la misión que se no ha encomendado. La meditación y la oración son importantes para reducir el peso de las cargas. Como seres espirituales que somos, implementemos nuestros momentos de oración para estar a solas con Aquel que sabemos nos ama.
Hay ciertos momentos de la vida en los que ya no aguantamos más, ya no soportamos más y sentimos que es el acabose de la vida. En ese preciso momento hay que acudir al mejor amigo, al que nunca falla, al que ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, al que me ama como soy y me dice: levántate y camina; al que me dice: yo no te condeno, vete y ya no vuelvas a pecar; al que me dice: tus pecados quedan perdonados.
El efecto negativo de las cargas de la vida va a depender mucho de cada uno. Las cargas son pasajeras, son parte de la vida. No nos desanimemos cuando el peso de las mismas sea mucho mayor a lo que se puede aguantar.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.