Total, y absolutamente de acuerdo nadie debería entrar al mundo privado de una persona, sea quien sea, porque es sagrada, incluso, cuando una persona decide entrar al mundo de la política partidista -sobre todo, la política guatemalteca-, su vida privada debe ser respetada.
Sin embargo, muchas veces es la persona, el político el que da lugar a que su vida privada se invada y se convierte en algo común, es decir, echa por la borda su privacidad y lo sagrado; cuánta razón tiene el Sr. Dante Gebel al decir: Que lo sagrado, no se vuelva común, esto, debe ser un estilo de vida.
En ese orden de ideas, es preocupante como los buenos modales, buenas costumbres que algún día fueron transmitidos por nuestros abuelos y bisabuelos lo hemos tirado producto de nuestras malas acciones y conductas, lo peor de todo esto, es que, nos vale un pepino -coloquialmente hablando- las repercusiones de estas malas acciones incluso lo vemos como algo normal.
A mi entender, un político, funcionario o empleado público resquebraja su vida privada cuando comete directa o indirectamente NEPOTISMO. El diccionario de la lengua española define el nepotismo así: Utilización de un cargo para designar a familiares o amigos en determinados empleaos o concederles otros tipos de valores, al margen del principio de mérito y capacidad.
Cuántos casos de nepotismo hay en nuestro país, se ha vuelto el pan de todos los días, lo procuramos, lo aplaudimos, incluso decimos: Pilas el fulano, porque, pudo “meter” a su hijo en ese puesto, quién lo va a mover de allí, exclamamos ¡Tiene su vida asegurada! Otros hemos dicho: Ese fulano “metió” a toda su familia en ese ministerio, solo faltó que metiera a su chucho. Qué terrible está nuestra situación. Desde lo legal, podemos mencionar el artículo 35 del Dto. 31-2012 Ley contra la Corrupción, el cual señala que, comete delito de tráfico de influencias la persona que, por sí misma o por interpósita persona, o actuando como intermediaria, influya en un funcionario o empleado público, prevaliéndose para ello de su jerarquía, posición, amistad o cualquier otro vínculo personal, para obtener un beneficio indebido, para sí o para tercera persona, … O de un tercero. También reza dicho artículo, el responsable de este delito será sancionado con prisión de dos a seis años e inhabilitación especial. En fin, hay elementos legales que sancionan a la persona que decidió resquebrajar su vida privada, es decir, sus acciones va en contra de los valores de servicio público que forman parte de la ética del gobierno. Uno de los efectos devastadores del nepotismo, es que, no hay imparcialidad, méritos, etc. En conclusión, se pierde la esencia del servicio público, por su puesto, hay raras excepciones y eso motiva a seguir luchando.
Hay casos paradigmáticos que hemos visto y oído, debido al trabajo de tres o cinco diputados al Congreso de la República que han decidido salir al interior de la República a fiscalizar el gasto o inversión público; hay familias casi completas “trabajando” en hospitales, centros de salud, etc. Como decía el famoso Chavo del ocho, “sin querer queriendo” uno se entera del fulano, mengano, zutano y perencejo, tiene a su hermana, esposa, yerno, hija, conviviente, concubina, etc., trabajando en un mismo hospital. Por Dios, en qué, clase de seres humanos nos hemos convertido, no nos importa la privacidad de nuestras vidas, lo sagrado lo tiramos a la basura. ¡Nos hemos quedado sin amor propio!
Señor político, empleado y/o funcionario público, trabajador de cualquier empresa, profesional de cualquier disciplina, religioso de cualquier creencia, usted y especialmente yo, procuremos que nuestra vida privada siempre sea sagrada.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.