Aunque la Biblia da muy pocos detalles del lugar donde nació Jesús, en Mateo describe que José había visitado Belén, lugar donde serían empadronados, esa noche se cumplió el día del alumbramiento, dando a conocer que María dió a luz y que él bebe fue envuelto en pañales y fue acostado en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
En más de una ocasión me he puesto a pensar en este suceso, que, aunque tiene un sentido espiritual, sucedió en un contexto natural, no quiero cometer una herejía, pero imagino que José y María tuvieron que ser auxiliados por los propietarios de aquel mesón, porque debemos ser honestos, los seres humanos manifiestan empatía hacia los necesitados, ¿cuál cree que fue el pensamiento de estas personas al saber que el “SALVADOR DEL MUNDO” “DIOS MISMO HECHO CARNE” estaba naciendo en aquel lugar?
Déjeme suponer lo que hubiera hecho de ser la dueña de aquel lugar al saber que se trataba nada más y nada menos del nacimiento del Hijo de Dios y saber que estaba tratando con personas especiales, escogidas. Hubiera buscado la mejor habitación para recibirlos, de saber que María estaba a punto de dar a luz, hubiera buscado quien la auxiliara en este proceso, de saber que este instante, este tiempo, este momento, trascendería y sería historia, hubiera sido atenta de tan magno acontecimiento.
El punto es que cada vez que llega navidad Dios nos brinda la oportunidad de ser más conscientes de su llegada, la pregunta es, ¿por qué la Navidad es más que comidas, bebidas, decoraciones, compra de regalos, negocios, viajes, estrenos, costumbres?… Navidad es el recordatorio de que Jesús quiere nacer y brillar en nuestras vidas. ¿Qué espacio le darás en tu vida?