Todos los pueblos y las culturas tienen una historia. En términos bíblicos, el pueblo de Israel tuvo una historia. Esta historia de salvación se la recuerda Pablo a los israelitas en Antioquía un día que éste fue a la sinagoga. Les recuerda que Dios eligió un pueblo, que fue esclavo en Egipto y que luego lo sacó de ahí. Más adelante les dio jueces y reyes. De ese linaje de David nace un salvador del cual Juan Bautista decía que detrás de él venía uno a quien no merecía desatarle las sandalias, (Hch 13, 13-25).
Lo mismo sucede con otros pueblos y culturas. Cada uno tiene su propia historia y su propia historia de salvación. Es decir, Dios siempre se hace presente en la historia de los pueblos y culturas para orientarlas y acompañarlas en su peregrinaje por este mundo. Para que Dios obre en los pueblos y culturas, los líderes de esas naciones tienen que estar bien centrados y tener que tener una mente equilibrada. Pero si tienen líderes como el presidente actual de Guatemala, quien hace poco dijo que ha creado su lista del Zopilote, pues por eso estamos como estamos. Para que Dios bendiga a un pueblo, las autoridades deben tener sabiduría y no odio y resentimiento en su corazón.
Al igual que el pueblo de Israel y las naciones tienen su propia historia, cada familia y cada persona individual tiene su propia historia de salvación. Lo que quiero decir es que todos tenemos una historia de vida normal y una historia de salvación. En cada uno de nosotros Dios se ha hecho presente y sigue haciéndose presente en nuestra historia. ¿Qué tenemos qué hacer para que Dios obre en nuestra historia?
Lo primero que tenemos qué hacer es conocer la historia, porque quien no conoce su historia está expuesto a repetir los mis errores que ha cometido en el pasado. Todos estamos invitados a conocer nuestra historia de vida. Darnos cuenta de las heridas y de los errores que estas heridas nos han hecho cometer en la vida. Y es que cada uno en el presente hace daño por donde le hicieron daño en el pasado. Una vez conocida su historia, usted puede reconciliarse con esa historia y así enmendar los errores que ha cometido a lo largo de la misma.
Seguramente encontrará eventos y sucesos buenos y malos, de tristezas y alegrías. Caerá en la cuenta cómo Dios se ha hecho presente en su vida y también cómo el mal ha hecho acto de presencia en su vida. Pero lo importante es conocer esos momentos, para ampliar ese espacio en el que Dios pueda hacer maravillas en su vida presente. La libertad personal nos puede ayudar a elegir el bien y evitar el mal en nuestra historia personal.
En pocas palabras, un elemento que seguramente nunca ha hecho falta en nuestra historia de salvación es el pecado, puesto que todos estamos inclinados al mal por naturaleza. El reconocimiento de esa historia de pecado en nuestra vida, nos va a permitir abrirle nuestra mente y corazón a ese Dios que siempre ha querido reinar en nuestra historia. Como humanos siempre fallaremos y moriremos luchando contra el mal. Pero si nosotros queremos, Dios puede estar más presente en nuestra vida. Y si Dios está más tiempo presente en nuestra vida, la vida personal, familiar, laboral, académica y espiritual dará mejores frutos.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.