Cuando llego el español a esta tierra observó la magnificencia de la gran ciudad del Reino K’iche’. Con su imponente estructura superior a lo que ellos habían visto antes, para estos invasores, con alto nivel de ignorancia de la cultura que prevalecía en Mesoamérica, solo podía ser obra del demonio todo aquello observado por sus ojos, del que habita en el infierno.
Al ser algo incomprensible para ellos, pues su limitado conocimiento no permitía comprender el simple hecho de que algo tan avanzado pudiera existir. Calles anchas, acueductos, drenajes, mercados, no eran conocidos por el hombre blanco. Libros, laboratorios, escritos científicos que explicaban el origen del universo se presentaban ante los ojos pávidos de admiración de conquistador, por lo que el miedo los embargo.
No era posible que existieran reglas del origen del hombre y de convivencia superiores a la Biblia que ellos empacaron en sus maletas y era el mejor instrumento para su conquista. Inaceptable una cultura superior a la española. Por ello destruir la ciudad sin dejar ninguna huella fue el propósito de Pedro de Alvarado. Los escritos dan cuenta de miles de papiros quemados en la conquista, el conocimiento milenario de los K’iche’s y del pueblo Mam fue cortado de tajo. La misión acabar con la cultura y esclavizar al pueblo.
A pesar de ello no pudieron terminar con todo, por lo menos no con la identidad de un pueblo que ha resistido 495 años de racismo, esclavitud, tortura y muerte. Hoy más que nunca está viva la Xelajú milenaria.
Xelajuj No’j no cumple 495 años este 15 de mayo, la fecha solamente debe servir para reflexionar sobre lo acontecido durante la invasión española. El relato del origen de está tierra lo describe de manera magistral el profesor universitario Ignacio Camey en su tesis de Antropología, la que me permito citar de manera textual para que las generaciones de hoy sepan que nuestra ciudad es una de las más antiguas de América, y se desconoce en realidad la fecha de fundación, pero puede estar esta cerca de los dos mil años.
El pueblo Maya Mam, hace unos 1500 años, inició el poblamiento de esta ciudad, asentándose en el valle que denominó “Kulaja” “Culajá” o “ Uqul ja’ ” que en idioma mam significa “Garganta de Agua”, seguramente porque los rastros geográficos sugieren que este valle antiguamente constituía un enorme lago que por erupciones volcánicas fue sepultado. En el año 1,300 D.C. el Gran Kikab acompañado de miles de guerreros, partió de Gumarcaah-Izmachí (Utatlán) conquistando el territorio mam desde lo que hoy es Santa María Chiquimula hasta Kulaja, ocupando todo el valle y desalojando a los mayas mames, asentándose desde entonces en este territorio al que denominaron Lahunqueh, Xelaxuh, Xe-lahuh, Xelahuh Queh, Chi Nahum Quieh o She Lajuj No’j, que de acuerdo al Maestro Adrián Inés Chávez es la denominación más apropiada relacionando su significado con la orografía del lugar indicando que existía un gran volcán que se llamaba “Lajuj No’j” (las 10 ideas), en su cúspide había un altar del mismo nombre el cual se refería a un mito de la espiritualidad maya. Los lugares que estaban al pie del gran volcán Lajuj No’j se denominaban She Lajuj No’j: “Debajo de las diez ideas” (o de las diez sabidurías)[1]. Actualmente el nombre con el que la mayoría de quezaltecos identifican a la ciudad, es “Xelajú”, una castellanización del nombre k’iche’”.
Los escritos de Pedro de Alvarado sirven de referencia, según Camey, para advertir que Xelajuj No’j poseía mercados, templos, al menos una casa real, gran número de población y ejército bajo la autoridad de “señores”, que debieron ser “diez” que prestaban un servicio a la comunidad administrando el poder. Estudios arqueológicos revelan que la cerámica encontrada data del año 150 D. de C., lo que nos ubicaría seguramente en la historia de esta ciudad, con una fundación de hace más de dos mil años.
Invito al culto pueblo de Xelajuj No’j a conocer su historia milenaria, defender su identidad y convivir en armonía con todos los pueblos que coexisten en este maravilloso territorio.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.