Si el mal fuera negro y el bien fuera blanco, la pequeña María sería… a rayas.
“No tendréis mi odio”… fue el título de la carta que escribió el periodista Antoine Leirís, dirigida a tres terroristas que asesinaron a 89 personas inocentes en la sala de conciertos Bataclán en París, en el 2015, dentro de ella a su esposa, dejando a un pequeño bebé sin su madre y a él sin su compañera de vida.
¿Qué es la maldad humana? Es esa intencionalidad de causar daño a otras personas y seres vivos. Es disfrutar del dolor ajeno, sin sentir compasión. Es permanecer sin ningún cargo de conciencia cuando se infringe violencia. Un cerebro silente al contemplar el daño causado.
¿Ha observado usted a niños de preprimaria, como le hacen bullying a una compañerita que consideran débil y la toman como su blanco de humillaciones? La maldad y la bondad están en cada uno de nosotros, incluso desde muy pequeños. Nadie es completamente malo, ni completamente bueno.
Pero si, la maldad brota y alguien la acrecenta, y esto le brinda utilidad, en donde obtiene grandes beneficios económicos, comodidades, prestigio, poder… entonces la hace como su forma de vida y así se puede convertir en un monstruo. Lo que asusta no es que realmente sea un ogro, sino que es un ser humano, sin ser humano.
Quizás podemos considerar que la ira, el miedo, el egoísmo provoquen maldades, aunque realmente lo hacen, pero históricamente, las ideologías son la causa de grandes barbaries. El fanatismo ha resultado ser más cruel que las emociones destructivas. Aún más la exacerbación religiosa, esos dogmas y creencias que impulsan a grupos a hacer el mal en nombre del bien.
Prueba de ello lo tenemos con los nazis, que por creencias religiosas asesinaron a 6 millones de judíos y otros millones más de otros grupos étnicos y políticos. A la Santa Inquisición de la Iglesia, donde perseguía personas declarándolas como brujas, hechiceros. A Santo Tomás de Aquino, admirado por su intelectualidad, que apoyó la Inquisición.
También está el caso de una mujer muy bella físicamente, alemana nazi, que asesinó a 30 personas diarias por varios años, con sus manos y con sus propios métodos. Cuando acabó la segunda guerra mundial, la encontraron demacrada y con varias arrugas de odio, se había convertido casi en un monstruo.
En la películas, en los medios de comunicación y en la conversación diaria, a usted y a su familia le enseñan a odiar. A disfrutar con que la gente pague en esta vida o en el infierno por lo que hizo. Les llevan a sentirse insensibles ante el dolor ajeno y así terminan viendo al verdugo como un héroe, quien cobra venganza. Así es la historia, donde se erigen estatuas a malvados que masacraron a millones.
Una persona puede cometer atrocidades cuando está en grupo, porque se diluye la responsabilidad. El odio es un gran elemento de cohesión de los individuos al grupo. Al ser humano se le puede convencer fácilmente, porque en su naturaleza está ser crédulo, además de codicioso, aprovechado y acomodativo. Se le nubla la conciencia moral, por el deseo de pertenencia al grupo y por la ambición de riqueza y poder.
Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Si amar es buscar el bien del otro, odiar es buscar la destrucción del otro”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo