A propósito de la celebración de los 203 años de la Independencia de nuestra nación deseo dejar algunos comentarios sobre la libertad individual y sus implicaciones en la vida en sociedad. Estoy plenamente convencido que las Sagradas Escrituras tienen mucho que decir al respecto.
La libertad individual es un pilar fundamental de la dignidad humana y un derecho inalienable que debe ser protegido y promovido. En un mundo donde las libertades a menudo son vulneradas, es esencial recordar que la búsqueda de la libertad está enraizada en principios espirituales y éticos. La Biblia, como texto sagrado, ofrece valiosas reflexiones sobre este tema.
Una de las citas más poderosas que se relaciona con la libertad es Gálatas 5:13: «Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros». Este pasaje nos recuerda que la libertad no es solo un derecho, sino también una responsabilidad. La verdadera libertad se manifiesta cuando usamos nuestras capacidades para el bienestar de los demás, promoviendo un entorno de respeto y solidaridad.
Otro versículo que resuena con la importancia de la libertad individual es Juan 8:36: «Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres». Esta afirmación subraya que la libertad auténtica proviene de una relación con lo divino. La libertad no se limita a la ausencia de opresión, sino que se completa en la plenitud del ser que se experimenta al vivir en verdad y amor. La espiritualidad puede ser un camino para encontrar la libertad interior, que a su vez se refleja en nuestras acciones hacia los demás.
Finalmente, en 2 Corintios 3:17 se afirma: «Porque donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad». Este versículo nos invita a reflexionar sobre el papel del espíritu y la comunidad en la búsqueda de la libertad. No se trata solo de libertades individuales, sino de un tejido social donde la libertad de uno contribuye a la libertad de todos. En este sentido, la libertad se convierte en un ideal colectivo que trasciende los intereses personales y aboga por un mundo más justo y equitativo.
En conclusión, la libertad individual es un derecho que debe ser defendido y cultivado. Las enseñanzas bíblicas nos ofrecen un marco para entender que la libertad no es solo un don, sino un llamado a actuar con amor y responsabilidad hacia los demás. Al integrar estos principios en nuestras vidas, podemos construir una sociedad donde la libertad florezca para todos, y donde cada individuo sea valorado y respetado en su singularidad.
Cardiólogo - Coach/Conferencista coachedwinibarra@gmail.com