La Ingeniería Química es una rama de las ingenierías que se enfoca en el diseño y desarrollo de sistemas productivos para transformar materias primas en productos terminados. El currículo de la carrera incluye un fuerte componente de matemáticas, química y física. Y es alrededor de estas ciencias básicas que se integran los contenidos del resto de materias de estudio.
En Guatemala los Ingenieros Químicos han aportado a su desarrollo industrial y a la promoción y gestión de empresas como lo demuestra la historia. Especialmente a partir de los años 60 del siglo pasado, con motivo del proceso de industrialización del país, estrategia de desarrollo impulsada con la lógica de “sustitución de importaciones”, ocasión en que los Ingenieros Químicos tuvieron una notable participación.
El origen de la profesión en Guatemala se remonta a la época de los años 40, cuando siendo Presidente de Guatemala el General Jorge Ubico asignó al Ministerio de Educación Pública la dirección de la Universidad de San Carlos. Este hecho, aunque parezca parte de la actitud dictatorial del Presidente y, por tanto, deleznable, en realidad no lo es tanto, pues aun hoy varios países integran bajo una sola dirección la educación básica y universitaria, logrando con ello darle continuidad al sistema educativo. Ello evita el “compartimiento” que separa las universidades de la secundaria. Francia ha sido el ejemplo más contundente de esta estrategia integradora.
Pero no es éste el punto que se comparte en este artículo, sino el insólito hecho que a continuación se relata. Un jovencito quetzalteco, de nombre Luis de Ojeda Carrascosa, recientemente graduado de bachiller conoció de la existencia en países “desarrollados” sobre la novedosa profesión de la Ingeniería Química, solicitándole al Presidente Ubico que se estableciera en Guatemala. Al efecto presentó en el año 1943 una propuesta que al Presidente le pareció adecuada, ordenando éste al Ministerio de Educación Pública apoyarle. Fue así como el joven de Ojeda inició sus estudios tomando los cursos de matemáticas en la Escuela de Ingeniería Civil, los de Química en la de Farmacia, y los cursos específicos de la Ingeniería Química con ingenieros graduados en el extranjero y que recién volvían al país. Lo insólito es que el joven de Ojeda cursó la carrera “íngrimo y solo”, concluyéndola en el año 1948. Hoy hay en Guatemala cerca de 2,000 Ingenieros Químicos; y tres universidades ofrecen la carrera.
Otro dato interesante es que los siguientes estudiantes de Ingeniería Química fueron también quetzaltecos (aunque la carrera se ofrecía en la Capital), siendo ellos Enrique Molina Muñoz, Juan Francisco Menchú, Marco Antonio Kopp, Gustavo Monzón Malice, Carlos Rivera Fuentes y Sergio Barrientos. Todos llegaron a ser reconocidos profesionales.
Los primeros graduados, tanto en Guatemala como en el extranjero formaron una asociación, y más tarde, a principios de la década de los años 60 se creó el Colegio de Ingeniería Química, siendo el primer colegiado (por sorteo) Mario Breuner, aunque el lugar le correspondía a Enrique Molina por ser su principal promotor. Entre los primeros diez colegiados se tuvo a Mario Breuner (Col. N° 1), Julio Beltranena (Col. N° 2), Rafael Piñol (Col. N° 3), Moisés Sabbaj Kleff (Col. N° 4), Ramiro Castillo Love (Col. N° 5), Carlos Enrique Molina (Col. N° 6), Miguel Angel Canga-Arguelles (Col. N° 7), Carlos Eduardo Rivera Fuentes (Col. N° 8), Carlos Durán Saravia (Col. N° 9), Luis de Ojeda Carrascosa (Col. N° 10); de los que únicamente vive el Ingeniero Moisés Sabbaj.
Hace 52 años que el autor de este libro Roberto Gutiérrez concluyó la carrera de Ingeniera Química, en una cohorte integrada con Óscar Quiñonez, Óscar Avendaño, Rafael Gómez Nuila , Mario López Pedrosa, Adolfo Swchank y Otto Mazariegos. Y se recuerda con especial aprecio a los ya fallecidos: Carlos Calderón Ayala, Constantino Álvarez Guadamuz y Alfredo Ordóñez; Que en Paz descansen.
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