La incontinencia urinaria es un tema del que poco se habla, pero que afecta a un número considerable de mujeres en todo el mundo. Se estima que entre el 25% y el 45% de las mujeres experimentarán algún grado de incontinencia urinaria a lo largo de su vida, con una prevalencia que aumenta con la edad. A pesar de estos números alarmantes, muchas mujeres no reciben un diagnóstico oportuno, lo que perpetúa el sufrimiento y la disminución en su calidad de vida.
En Guatemala, la falta de diagnóstico y tratamiento de la incontinencia urinaria sigue siendo una realidad preocupante. Muchas mujeres, por vergüenza o desconocimiento, no buscan ayuda médica, y cuando lo hacen, a menudo se enfrentan a barreras en la atención, como la normalización del problema o la falta de recursos adecuados para el diagnóstico. En estudios realizados en América Latina, se ha encontrado que hasta el 50% de las mujeres con síntomas de incontinencia no buscan atención médica, y de las que lo hacen, solo una fracción recibe un tratamiento adecuado.
La incontinencia urinaria no es solo un problema físico; tiene profundas implicaciones en la vida emocional y social de las mujeres. Las afectadas suelen limitar sus actividades diarias por miedo a sufrir un episodio de incontinencia en público. Esto puede llevar a una disminución de la actividad física, aislamiento social, y en casos más severos, depresión y ansiedad. Además, el impacto en la vida sexual es significativo, ya que muchas mujeres sienten vergüenza y evitan la intimidad por temor a la incontinencia.
A pesar de la gravedad del problema, existen varias opciones de tratamiento que pueden mejorar significativamente la calidad de vida de las mujeres afectadas.
Ejercicios de Kegel, terapia de rehabilitación del piso pélvico, tratamientos farmacológicos, en su mayoría la combinación de esto hace que se mejoren los resultados en la incontinencia leve a moderada, guardando los procedimientos quirúrgicos para casos severos o cuando otros tratamientos no han sido efectivos.
El diagnóstico temprano y un enfoque multidisciplinario son esenciales para abordar la incontinencia urinaria en las mujeres. Es crucial que los profesionales de la salud reconozcan la importancia de preguntar activamente sobre los síntomas de incontinencia durante las consultas ginecológicas y ofrezcan un ambiente seguro y libre de juicios para que las pacientes puedan expresar sus preocupaciones.
Por otro lado, es fundamental que las mujeres sean conscientes de que la incontinencia urinaria no es una parte normal del envejecimiento ni algo con lo que deban aprender a vivir en silencio. La educación y el acceso a la información son herramientas poderosas que pueden empoderar a las mujeres para buscar ayuda y mejorar su calidad de vida.
Experta en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos. Médica General, con especialidad en Ginecología y Obstetricia. Tiene una Maestría en Sexualidad Humana.