La vida está llena de sorpresas, algunas son agradables, otras desagradables; pero igual, son sorpresas de la vida. Es una realidad inevitable. Lo importante es no permitir que estas experiencias de dolor, como la muerte de un ser querido, la infidelidad de su pareja, la pérdida de la persona que ama, la separación de la persona amada, sean motivo para hundirse en el abismo. Todos tenemos problemas. Lo que hay que hacer es buscar la forma de alimentar nuestra vida, de tal manera que cuando vengan las tormentas, no nos derriben.
Redacte un listado de sus dificultades, reflexiónelas, póngalas sobre la mesa, y comience a pensar en cuáles podrían ser las posibles soluciones. Hemos nacido para ser felices, pero parece que la incapacidad para solucionar problemas nos entorpece el camino para ser personas felices.
Un mal día todos podemos tenerlo. Pero una semana, un mes o varios años de “estar mal”, eso sí ya es de preocuparse. Comprendo que hay momentos en los que se cae en la desesperación ante la impotencia que uno experimenta ante los problemas. Ese vacío existencial ante la ausencia del ser que se ama es duro y cruel. Cuando se esté en ese nivel de dolor profundo, trate de pensar en que de usted depende permanecer siempre en ese abismo o salir de él. Piense en que por alguna razón la vida le permitió pasar ese trago amargo, pero que su tristeza se convertirá en alegría tarde o temprano.
Las situaciones más comunes que generan una tristeza profunda son: la pérdida de un ser querido, la infidelidad de su pareja, la ausencia que deja la persona que ama cuando decide irse por mil razones.
Tierno (2012, pág. 306) en el libro Psicología práctica de la vida cotidiana hoy, define la tristeza como un sentimiento que impide disfrutar de las cosas que rodean al ser humano, porque, de pronto, quien la padece se siente apático y sin ganas de hacer nada. Las causas de la presencia de este sentimiento son varias, pero a veces suele aparecer por relaciones que se han terminado, por la pérdida de un ser querido, no haber pasado un examen, entre otras. Pero si se optara por aceptar esa pérdida y recuperar la sonrisa, por seguir con la vida, disfrutar de ella, todo sería diferente. Además, agrega que si la tristeza se alarga o se intensifican los síntomas (no poder dejar de llorar, no tener ganas de levantarse ni realizar ninguna actividad), es imprescindible contar con un profesional.
Todos los problemas pueden abordarse con valentía y paz. Para ello se requiere estar bien consigo mismo. Los problemas aparecen en cualquier momento, las crisis personales no tienen una edad particular para hacer erupción como el volcán Santiaguito.
Algo que puede ayudarle es hablar con usted mismo, misma. Tome conciencia de los problemas y de lo que necesita cambiar para ser feliz. Hable con usted mismo, con usted misma. Tómese un café consigo mismo. Mientras saboree este café, descubra que su vida tiene un sabor y un aroma. El diálogo entre el sujeto pensante (yo) y el objeto pensado (la taza de café) hará que usted caiga en la cuenta del manantial, del torrente de agua cristalina que hay dentro de su ser.
Su vida debe tener un sabor rico, debe tener un aroma agradable, debemos oler a Dios. Y Dios ¿dónde está? Dios está en lo más íntimo de su ser. Libérese de los problemas. Algunos cargan con los que han tenido, los que tienen y los que van a tener en el futuro. Mientras no se establezca un diálogo con ellos, jamás le dejarán en paz. Y un café puede ser el mejor pretexto para traerlos a la conciencia. En la degustación de un café está la solución de los problemas.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.