A casi tres meses del 2021 considero que es importante darle un vistazo a esos propósitos académicos, laborales o espirituales planteados a inicios del año; puesto que pensarlos y escribirlos en un cuaderno de notas no cuesta, pero llevarlos a la práctica en medio de la cotidianidad, sí que cuesta.
Hacer un alto en este momento es recomendable. Se está a tiempo de enmendar errores. No siempre las cosas salen como uno quiere. Los obstáculos y las pruebas siempre aparecen en cualquier momento de la vida. Ese “alto” nos permite reflexionar sobre los pros y contras de nuestras acciones, y enderezar un poco la barca existencial.
Un alto indispensable en la vida es el “alto afectivo”. Este alto me permite revisar mis emociones y sentimientos; hace que yo caiga en la cuenta de que hay sentimientos bonitos que vale la pena seguir cultivando, porque me dan vida y me hacen feliz; pero que también hay sentimientos negativos, como el odio, el resentimiento, los celos y la envida, que aún persisten y que me siguen haciendo daño. Es un buen momento para buscar ayuda y liberarnos de cuanta emoción o sentimiento no nos permite gozar el regalo de la vida.
Un “alto espiritual”, permite hace un proceso de introspección y ver nuestro interior desde Dios. “Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te ame; te buscaba fuere de mí, y tú estaban dentro de mí”, (San Agustín de Hipona). Dios está dentro; y mientras ese interior no esté del todo limpio, será difícil encontrarnos con Dios. Independientemente de la religión que profese, no se olvide de ser un “buen cristiano y honrado ciudadano” (Don Bosco). La disciplina espiritual es clave para vivir una vida con sentido.
“Un alto académico”, me permite ver cómo estoy a nivel de estudios y de preparación cognoscitiva. Para quienes estudian, no sean conformistas; aspiren a lo más alto en la vida académica. Sí se pueden sumar buenas notas, sí tienen la capacidad para hacer buenas tareas y prepararse bien para sus privados. La pereza académica y una actitud negativa no les servirá de mucho. Traten de ser estudiantes y maestros de excelencia.
Los altos en la vida son momentos para respirar y asumir una actitud distinta ante los días sombríos de la misma. Recomiendo hacer estos “altos vitales” a cada tres meses, sin embargo, usted los puede hacer siempre que los necesite; incluso diarios.
Un ejemplo claro de la importancia de los altos existenciales en la vida es el gran profeta Elías: “Ajab contó a Jezabel lo que había hecho Elías, cómo había pasado a cuchillo a los profetas. Entonces Jezabel mandó a Elías este recado: Que los dioses me castiguen si mañana a estas horas no hago contigo lo mismo que has hecho tú con cualquiera de ellos. Elías temió y emprendió la marcha para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su criado. El continúo por el desierto una jornada de camino y al final se sentó bajo una retama y deseó la muerte: ¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida! Se echó bajo la retama y se durmió y un ángel le tocó y le dijo: ¡levántate y come! Miró Elías y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo: ¡Levántate, come! Que el camino es superior a tus fuerzas”, (1Re 19, 1-7).
Posiblemente no tenemos perseguidores físicos, pero sí nos persigue una mentalidad negativa, la depresión, la ansiedad, el estrés, la rutina, la envida y el sinsentido de la vida. Entonces, hacer un alto en la vida es lo mejor que podemos hacer a estas alturas del año. Y así como Elías comió pan y bebió agua para recobrar sus fuerzas, así también nosotros podemos alimentarnos de una buena lectura, un masaje, un buena charla con la persona que amamos, un momento de oración a solas con Dios, una buena terapia psicológica o bien un paseo por algún bosque. ¡Manos a la obra!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.