Antes de 1985 eran famosos los golpes de Estado en Guatemala, e incluso, en la Radio Nacional, había un locutor específico que anunciaba los golpes de Estado, a este profesional le denominaron: La voz del golpe».
Entonces, antes de 1985, en la vida política y social del país prevalecían el autoritarismo y el militarismo; por ejemplo, los jóvenes que cumplían 18 años o menos edad, eran obligados a ingresar al Ejército a prestar servicio militar. Este servicio era selectivo, porque en un alto porcentaje eran jóvenes indígenas. Para cumplir con esta estrategia política militar, el Ejército realizaba redadas a través de la tropa para capturar y llevar a los jóvenes en contra de su voluntad a prestar servicio militar. Para contentar a los padres de familia y a la sociedad, el Ejército otorgaba mensualmente una ayuda económica a los padres de familia o al representante del joven soldado. No obstante, en algunas comunidades para los jóvenes, prestar servicio militar era cumplir con un compromiso cívico, por lo mismo, cuando cumplían 18 años se presentaban voluntariamente a la Zona Militar correspondiente a su departamento; en Quetzaltenango, por ejemplo, se presentaban a la Zona Militar 17-15.
También, durante los 36 años de conflicto armado interno, el Ejercito creó la figura del comisionado militar, generalmente, nombraban a un comisionado en cada municipio. La función de esta figura militar era organizar las patrullas de auto defensa civil, que se organizaban con la participación obligatoria de la población. Incluso, después de la firma de los Acuerdos de Paz, exigieron que se les recompensara el servicio prestado a la patria. Muchos comisionados militares, en complicidad con los miembros del Ejército, cometieron violaciones a los derechos humanos de guatemaltecos. Con estos dos ejemplos, la sociedad guatemalteca estaba habituada a vivir bajos órdenes y autoritarismo, era una forma de vida.
Pero, con el inicio de la era “democrática”, en 1986, que implicó la puesta en práctica de la Constitución Política de la República de Guatemala, y el inicio de los gobiernos, lamentablemente, “corruptos democráticos”, también debió iniciar en la sociedad guatemalteca un cambio actitudinal, es decir, aprender a vivir en democracia. En la actualidad, aún vemos en algunos sectores sociales y personas individuales, actitudes autoritarias, ejemplos: los propietarios de las empresas mineras —no obstante las consultas comunitarias— autoritariamente, imponen sus proyectos. Algunos sectores sociales —sin considerar las necesidades de la población— imponen autoritariamente sus intereses sectoriales.
Si la población guatemalteca desea, en el presente y en el futuro, generaciones con pensamientos y actitudes democráticas; debemos —las generaciones actuales— pensar y actuar democráticamente, en este sentido, debemos hacer de la democracia una forma de vida. La democracia no solo es discurso, es una forma de vida. Este debe ser el esfuerzo de todo buen guatemalteco, pero, fundamentalmente, es responsabilidad de los padres de familia, autoridades y educadores.