En más de una ocasión he escuchado la frase: “en la vida siempre será mucho más “fácil” criticar que proponer”. De tal manera que, todo aquel que se atreve a realizar propuestas debe someterse a los procesos de generación de opinión que sus acciones deriven; en consecuencia, la crítica debe ser tomada coma una parte inherente a sus acciones de propuesta.
Volviendo a la parte introductoria de éste artículo, realizar crítica y aun peor; una malintencionada es sumamente fácil, pues no requiere elementos técnicos ni metódicos para intentar propiciar un debate razonado. Es por ello que, desde mi particular punto de vista, una sana crítica debe cumplir con lo siguiente: 1) ser fundamentada en la experiencia, 2) con lógica, 3) sin suposiciones subjetivas, 4) debidamente razonada y 5) con una propuesta de mejoras o alterna a la planteada originalmente.
En nuestro medio es común que la crítica no cumpla con los elementos señalados en el párrafo precedente y si a eso se suma que la misma no va acompañada de propuesta, no cobra relevancia, fracasa y desaparece. La cotidianidad de la mayoría de guatemaltecos es esa, vivir en una constante crítica y desacuerdo en cualquier tema, ya sea económico, político y social; pero ojo, que de críticas ya estamos llenos y si la misma no va encaminada con una acción de propuesta, se quedará en eso “una simple crítica más”. En tal virtud, la crítica sin propuesta no cobra relevancia y más temprano que tarde queda en el olvido; es por ello que, por más agresivas y severas que sean las críticas, no dejemos que éstas nos afecten y dejemos de proponer, quien quita que con nuestras propuestas contribuyamos a tener una mejor sociedad. Concluyo con la frase del célebre filósofo prusiano Immanuel Kant “con las piedras que con duro intento los críticos te lanzan, bien puedes erigirte un monumento”.