Me considero una persona amante de la naturaleza, y es que en ella he aprendido a conocer la existencia y belleza del inventor y autor. Encuentro en el color, en el olor, en la amplia gama de formas y tamaños, el despliegue de la creatividad y amor que emite la expresión artística del Arquitecto Creador. Sufro mucho al ver la inapetencia del ser humano ante la belleza con que contamos. Hasta el momento, aquellos que somos privilegiados de tener tan grande bendición.
En más de una oportunidad he escuchado comentarios de personas extranjeras que vienen a Guatemala a corroborar y conocer la riqueza existente en nuestro terruño, de la cual les han hablado, leído o investigado y regresan a su tierra con la inquietud de regresar a este pequeño paraíso el cual los ha enamorado.
Siendo de esta manera, creo que tenemos el compromiso de ser actores y promotores del cuidado y preservación de tan maravilloso legado. Si no somos capaces de sembrar un árbol, por lo menos propongámonos cuidar uno ya plantado. Si vamos al cerro o montaña, llevemos consigo nuestros residuos o desechos. Nuestros hechos hablan más que mil palabras.
A los medios, solicito que promuevan más la belleza que poseemos. Y para aquellos que, en estas fiestas que se avecinan, disfrutan y gozan de los beneficios y descanso en lagos, ríos, playas, volcanes y montañas, por caridad y educación les pido que no contaminen, no destruyan. Quizá, a donde usted vaya, no haya una autoridad competente que sancione su acción, pero lleve consigo la gratificante satisfacción de ser un ente respetuoso de la grandeza de esta creación de la cual somos parte.