De los recuerdos bonitos de infancia el juego, jugaba de imitar y tomar el rol de personas adultas, momentos que aún guardo en mi memoria, el juego es una actividad innata en algunos seres vivos; es un pasatiempo que permite construir conocimientos a través de la experimentación, exploración, indagación e investigación, para algunos esta acción es pérdida de tiempo sin embargo pedagógicamente es una herramienta de aprendizaje de mucho valor que ayuda en el desarrollo de las personas en los aspectos: psicomotriz, social, afectivo, moral y cognitivo.
Uno de los beneficios que aporta el juego, es crear un vínculo afectivo que permite la conexión con otras personas, permitiendo compartir experiencias.
Para un niño basta 5 minutos de juego en un restaurante, en la sala de cine o en el área verde del centro de estudios, para encontrar un amigo. Recuerdo estar esperando la función de una película cuando observé a dos pequeños jugar, al momento de volver a sus asientos uno de ellos le expresó a su mamá lo siguiente: “mi amigo Javier me enseñó que existe otra forma más genial de resvalarse”, en tan poco tiempo ya tenía un amigo y sin querer, en base a la experiencia del otro había aprendido algo nuevo .
Tanto padres de familia como docentes deben incluir está herramienta tan valiosa y efectiva que contribuirá al logro de muchos objetivos o competencias además de ser un medio ameno de aprendizaje, personalmente considero que el juego es una actividad terapéutica que además de brindar relajación es sumamente divertida.