Los últimos acontecimientos no hacen sino confirmar lo que muchos, en y de los distintos niveles sociales y de escolaridad, comentan con justificada indignación: la corrupción sigue incrementándose y alcanzando niveles insostenibles, que se necesita ser muy insensible para no reparar en ello. La elección de la junta directiva del Congreso, los abusos de “nuestro presidente” y el retiro del director de la SAT (por no mencionar solo tres de los muchos casos), son un ejemplo en tal sentido. En el caso del Congreso, no solo se viola la ley que los mismos diputados promulgaron al elegir tránsfugas, se eligieron firmantes del pacto de corruptos y, como cereza del pastel, se llevó a la presidencia al hijo del alcalde de Guatemala, para blindar al presidente y al padre de este ante las demandas de antejuicio que se les viene encausando.
En relación a los abusos del Sr. presidente, de ser como la prensa lo informa, resulta el colmo de la desvergüenza, no obstante tener un sueldo de los más altos en América Latina, comprarse tenis, pagar masajes, recetarse lentes de Q 22,000.00 comprar flores, botellas de licor y otros caprichitos de uso personal, a costa de nuestros impuestos, que también cubren su elevado sueldo; parece que no conoce la ética ni aprendió la lección, pues no le fue suficiente devolver el casi medio millón de quetzales que ilegalmente cobraba como bono otorgado por el ejército y que, contra su voluntad, se vio obligado a devolver. En cuanto a la destitución del jefe de la SAT, es tan ingenua la justificación que sin aceptarla, solo se explica por la intención e interés personal de quien o quienes la emitieron.
Sería mucho lo que se podría comentar sobre los desmedidos abusos que se siguen cometiendo por no pocos de los que, cupularmente, están en el ejercicio del poder pero, desafortunadamente, todo cuanto se diga se estrella contra un muro de incomprensión por parte de los sujetos a quienes de buena fe va dirigido; olvidan el viejo refrán que sentencia: Tanto va el cántaro al agua, que por fin se rompe. Ya están surgiendo voces que no pueden ser ignoradas, tal el caso del pronunciamiento de la Conferencia Episcopal de Guatemala, que con claridad meridiana, señala la falta de rumbo que existe en los tres poderes del Estado: según los obispos que signan el documento, muestran preocupación por los vicios y cuanto se observa “en los organismos Ejecutivo, Legislativo y Judicial; por el empobrecimiento de la mayoría; la criminalidad: la falta de buenas decisiones y el profundo agujero en que ha caído”. Señala mucho más que esperamos no sea echado en saco roto. La CEG hace también recomendaciones a lo que también habría que agregar el deseo porque la Iglesia evangélica se pronuncie conforme a lo que es obligado por cualquier guatemalteco, que se oponga a la corrupción, que esté contra la impunidad y quiera lo mejor para Guatemala.
A diferencia de quienes intencionalmente o por conveniencia personal la han perdido, quienes afortunadamente conservamos la memoria histórica del acontecer político en Guatemala, podemos recordar cómo la corrupción se ha venido desarrollando en el país. La corrupción la trajeron “los conquistadores” y, a partir de entonces, aunque en menor escala, se ha presentado hasta llegar a los extremos que se han observado en la pasada y lo que va de la presente administración. Esto ha permitido ir desarrollando lo que podría calificarse como CORRUPTOLOGÍA, malévola disciplina que los honestos rechazan, no se han contaminado y en la que se han aventajado y se vienen perfeccionando quienes llegan al poder. Así las cosas, surgen los corruptos por vocación, mientras el pueblo lo permita. En contraposición, existe la convocatoria social para impedirlo. Ya se tiene el antecedente de la reacción social de 1975, para que el pueblo, graníticamente unido, se fortalezca para frenar a los corruptos por vocación, y contribuir a alcanzar lo que hombres y mujeres honrados y de bien deseamos para Guatemala.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com