En más de alguna ocasión me he preguntado, ¿Por qué existe gente mala en el mundo? Y la respuesta es simple: porque somos libres. El valor de la libertad es uno de los dones más grandes que Dios y la vida nos ha dado. Pienso en este momento en líderes como Putin, Consuelo Porras y otras “disque” fundadores de Fundaciones que se han propuesto hacer a un lado a personas que han demostrado con su trabajo ser funcionarios dignos y probos.
La misma Biblia nos proporciona ejemplos de gente mala. El libro de los Reyes en el Antiguo Testamento narra dos ejemplos de personas malas. El primer ejemplo tiene que ver con Ajab. Ajab le pide a Nabot que le dé su viña. Nabot le dice que no. Ante esta negativa, Jezabel, mujer de Ajab, busca un par de hombres que difamen públicamente a Nabot afirmando que éste a maldecido a Dios y al rey; entonces lo sacan fuera de la ciudad y lo matan apedreado. Esta es la manera como Ajab se apropia de la viña da Nabot, (Re 21, 1-16). Un segundo ejemplo está en la figura de Atalía, quien al ver que su trono está amenazado, decide asesinar a su propia familia real, (Re 11, 1-4. 9-18. 20).
A lo largo de la historia de la humanidad han existido personas malas, que no les ha importado los medios con tal de alcanzar sus fines. Esto fue lo que hizo Hitler en la Segunda Guerra Mundial con el asesinato de millones de judíos. La historia de líderes malos se repite ahora con la guerra entre Rusia y Ucrania, con Putin a la cabeza.
Pero la gente mala está también en nuestro país y se ha apoderado de varias instituciones del Estado. Muchos alcaldes, diputados y otros funcionarios públicos son cristianos católicos o evangélicos. Es decir, Guatemala está siendo gobernada por gente “cristiana”, pero Guatemala está entre los países más corruptos de América Latina. La maldad no respeta credos. La ambición y la codicia por las cosas materiales les hace cometer todo tipo de crímenes e injusticias.
La gente mala está también en las calles. Hace un par de días estaba parado en uno de los semáforos de la ciudad de Xela salida hacia la Esperanza, que estaba en rojo. Y de repente el conductor de un carro que estaba delante de mí, como que desconectó su carro, el cual se vino hace atrás y topó con mi carro. En seguida se baja y comienza a brincarme, como si yo hubiera tenido la culpa. Y cuando el semáforo cambió a verde, a propósito, le dio otro golpe a mi carro y se fue. ¿Qué hice? Pues no quise discutir con un estúpido y amargado en plena calle. Este es un ejemplo de la maldad ambulante en las calles.
Lo más triste es que la gente mala está también dentro de la iglesia. En más de alguna ocasión todos hemos sido víctimas de la difamación de personas cercanas a nosotros. No crea que las peores trampas son puestas por gente desconocida. No. las peores traiciones vienen de lobos vestidos de ovejas. Los traicioneros muchas veces están a nuestro lado.
Mientras los demás se revuelcan en el estiércol, nosotros hagamos el esfuerzo de ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos” (Don Bosco). Dejémonos llenar del Espíritu de Dios, y que sea ese Espíritu el que nos transforme en personas buenas y de excelencia.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.