Pero la avalancha diaria de situaciones dramáticas, dolorosas y terribles que recibimos a través de los medios de comunicación y de las redes sociales hace que nos sea cada vez más difícil empatizar con las personas que sufren, pero hoy escribiremos sobre el valor de la empatía, la Real Academia Española (RAE) define la empatía como “sentimiento de identificación con algo o alguien” y “capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”.
Quién de nosotros no ha sentido empatía hacia las víctimas de una catástrofe natural o de un drama bélico o de una auto sumergido debido a las malas calles que todos los guatemaltecos transitamos. Nos mintieron cuando dijeron que veníamos a esta vida a acumular riquezas y vivir de una forma consciente; pero estoy dándome cuenta de que este mundo llegamos a llorar, reír, soñar, tratar de sobrevivir y luego morir, pero en esto de empatía los expertos atribuyen una parte de la responsabilidad de que se haya llegado a esta pérdida de sensibilidad y solidaridad ante el dolor ajeno porque “todo nos pela la estaca”
El cansancio emocional que sufre nuestra sociedad actual tiene muchas causas, entre ellas que hoy las cosas suceden tan rápidas que nos da miedo no poder controlarlas y ello nos produce incertidumbre y angustia. Estar al tanto de pagar multas inmerecidas, estar metidos tres a cuatro horas en el tráfico, acompañado de policías extorsionando a la población y carreteras llenas de cráteres.
Ya perdimos esta capacidad de reaccionar empáticamente ante el dolor ajeno, de ponernos en el lugar del otro, habremos dado infinitos pasos atrás como seres humanos y como sociedad. La denominada fatiga por compasión es conocida clínicamente desde el año 1992. Convivir a diario con situaciones traumáticas, físicas y emocionalmente, lo que les hace agotar nuestra empatía. Estudios dicen que las malas noticias que recibe una persona, más disminuye su capacidad de articular una respuesta empática.
Y aquí en Guatemala no hay buenas noticias. Los políticos son grandes ladrones, las calles están destruidas y en fin de cosas negativas. A nuestro cerebro le cuesta procesar unas imágenes que son sin duda impactantes pero que a fuerza de repetidas van perdiendo su poder de sacudir conciencias y hacernos mostrar solidaridad. No solo por palabras sino también acciones y es porque se vuelve algo irónico, porque el guatemalteco en vez de reaccionar correctamente es todo lo contrario, creo que el mensaje al final es que tenemos que ser malos para que te quieran y buenos para que no. Es algo que yo en lo personal nunca voy a entender. Les dejo esta frase “los ciegos nos son aquellos que no ven, sino los que ven sin saber apreciar”.