En artículos anteriores, hemos hecho referencia a los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán, que gobernaron Guatemala de 1944, a 1954 como gobiernos excepcionales al frente de de la presidencia por su honestidad, transparencia, y compromiso social; también señalamos que como reconocimiento histórico a su desempeño al frente de la Presidencia de la República, a los diez años que duraron en el ejercicio del poder, se le ha calificado como UNA DÉCADA DE PRIMAVERA, EN EL PAÍS DE LA ETERNA DICTADURA. Arévalo cumplió su período de seis años (1944 a 1950), en tanto que Arbenz, solo duró cuatro años y medio: fue derrocado por el gobierno Norte Americano en 1954, que financió a un puñado de mercenarios, sin excluir a traidores que frustraron la esperanza de miles de guatemaltecos pobres que estaban siendo beneficiados, principalmente, por el gobierno de Arbenz. Existe mucha literatura sobre este triste y doloroso episodio y de esta descarada intervención y quienes, en ese entonces éramos niños, adolescentes y otros adultos de ese entonces que aún tenemos la fortuna de conservar la vida, y no hemos perdido la memoria, algo o mucho, recordamos: aún podemos conservar el recuerdo de ese condenable suceso y algo no menos importante: evocar ese recuerdo, nos permite comparar los gobiernos de esa década de primavera en el país de la eterna dictadura, con los gobiernos que desde 1954 a la fecha, han gobernado a nuestro querido y sufrido Guatemala.
Con la llegada de Arévalo a la presidencia de Guatemala, se experimentó y se logró un cambio de régimen, y no solo de gobierno: existen muchos gobiernos que, en comparación con los regímenes anteriores y recientes, lo atestiguan; aquí algunos ejemplos: con Juan José Arévalo, surgen el Seguro Social, el Código de Trabajo, el voto a las mujeres, las Escuelas Tipo Federación, entre otras muchas conquistas. En cuanto a Arbenz, a pesar que la intervención del Gobierno Norte Americano acortó su período, realizó muchas obras sociales y de beneficio popular; basta señalar las tres principales y grandes obras de su gobierno: la carretera al Atlántico; antes solo se viajaba y transportaba carga desde y a Puerto Barrios, en tren por una compañía Norte Americana que monopolizaba el servicio ferroviario, desde el norte, hasta el sur de Guatemala; otra obra trascendental, fue la Ley de Reforma Agraria (Decreto 900) que rompía el monopolio de la propiedad sobre la tierra de compañías Norte Americanas que eran propietarias de casi la mitad del territorio guatemalteco y, la última, fue la Planta Jurún Marinalá que buscaba romper el monopolio del servicio eléctrico que al igual que las dos obras anteriores, estaba en manos de compañías Norte Americanas. Nos heredaron otras obras, todas, de comprobado beneficio social y, las tres últimas, fueron el pretexto para la invasión y el derrocamiento del Presidente Jacobo Arbenz Guzmán.
Hecho el planteamiento anterior y, para concluir, es necesario diferenciar lo que entendemos por cambio de gobierno y cambio de régimen. El cambio de gobierno es el que experimentamos cuando quienes triunfan en un proceso electoral o por medio de un golpe de Estado, sustituyen a quienes están el ejercicio del poder: cambian las personas, pero la situación económica, política y social del país, sigue igual o peor, tal y como lo hemos experimentado en Guatemala. En resumen, cambian las personas que gobiernan, pero poco o nada, hacen por enfrentar y resolver los principales problemas del país, por el contrario, y conforme la realidad nos instruye: unos corruptos, son sustituidos por quienes integran y ya todos califican como pacto de corruptos. Triste realidad, pero una realidad que ojalá la evalúen quienes aspiran a llegar, pero, que no se conformen con evaluarla, sino que se comprometan a cambiarla en beneficio del país. En cuanto al CAMBIO DE RÉGIMEN, es implementar un régimen distinto: moral, material y espiritualmente; algo distinto: implica la llegada al poder, de personas honestas, con capacidad y, cuando menos conocimiento (por mediano que sea) de la estructura del poder y del Estado: que se comprometan con las principales necesidades del país; que cumplan con sus ofrecimientos de campaña, le respondan a Guatemala y, en resumen: que lleguen al ejercicio del poder a trabajar con honradez y transparencia y no solo corromperse: a robar y a enriquecerse como muchos que los guatemaltecos conocemos y cuyos nombres y cargos, no hace falta ni vale la pena mencionar.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com