El ocaso del año 2019 ha llegado. Un año con aciertos y desaciertos, con alegrías y tristezas. Algunos llegamos al final de este año con el corazón roto por las ausencias de nuestros seres queridos, pero confiados en que están gozando en la presencia de Dios. La muerte de un ser querido marca un antes y un después en la vida de quienes nos quedamos. Lo único que nos consuela es la gracia del Espíritu de Dios.
A nivel de país, este año elegimos a las nuevas autoridades, de las cuales se espera cumplan lo que prometieron, que trabajen por el bien común, y no sólo por el bien de quienes financiaron sus campañas. Los tres organismos del Estado de Guatemala (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) y los nuevos Alcaldes, por favor, sean políticos éticos. No roben.
Otras personas llegan al final de este año sin trabajo, enfermos y postrados en una cama. Lamentablemente el dolor y sufrimiento se hace presente a través de esta realidad. Pero a pesar de estas circunstancias particulares, lo primero que hay que hacer es agradecerle a Dios las bendiciones recibidas durante el 2019; porque a pesar de los sinsabores, Dios siempre ha estado a nuestro lado y nunca nos ha dejado solos. Hemos pasado y estamos pasando situaciones complejas, pero hay que tener fe de que las cosas
van a ser mejores en el dos mil veinte.
¿Cuáles van a ser sus propósitos para el 2020? Es clave plantearse metas al principio de cada año. Termine la carrera que nunca ha terminado, sométase al examen privado que viene posponiendo desde hace tiempo, decida si contrae o no matrimonio, comience a trabajar sus sombras personales que no le dejan brillar como quisiera, inicie la empresa que siempre soñó y propóngase ser un ser humano más religioso que esté en sintonía con Dios.
Además, le sugiero agregar entre sus propósitos para este 2020 esforzarse por construir una cultura de paz. Actualmente hay cientos de personas que quieren sembrar el terror y miedo entre nosotros; pero no debemos permitirlo. La paz es importante para que una nación salga del subdesarrollo. La paz que hace falta en las instituciones del Estado, en
las empresas, en los grupos eclesiales, en las comunidades religiosas, en el seno de las familias, debe comenzar dentro de cada uno. “La verdadera paz es fruto de la justicia, no mera ausencia de guerra, ni equilibrio de fuerzas, ni temor ante una hegemonía despótica. La paz es una tarea permanente. Y es también fruto del amor, que supera la justicia. El Concilio llama insistentemente la atención a todos los cristianos para que se unan a todos los seres humanos realmente pacíficos en la tarea de establecer la paz”, (GS 78).
Este primero de enero de 2020 se celebra la Jornada Mundial de la paz y la Solemnidad de Santa María Madre Dios. Por María recibimos al autor de la paz. El niño que ha nacido nos dice “la paz esté con ustedes”. Este deseo de Cristo sigue vigente, porque “a veces” discutimos y nos enojamos por cualquier bobada. Hay que pedirle al autor de la paz nos conceda la gracia de cultivar la paz en el interior de cada uno.
Nos espera un año con muchos retos, pero Dios nos ha dado los talentos suficientes para trabajar con responsabilidad para lograrlos. No tengamos miedo, porque Dios está siempre con nosotros. ¡Feliz Año Nuevo!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.