Quisiera compartir algunas impresiones sobre Halliday, quien en su libro Las relaciones internacionales en un mundo en transformación, realiza un breve análisis histórico de la concepción de lo que es un pueblo, su soberanía territorial y como, la creación de las naciones, en el entendido clásico de guerras, reyes, soberanos e imperios, y la consolidación de los territorios posterior al tratado de Westfalia, la derrota del tercer reich y el final de la guerra fría, funcionaron para la comprensión del mundo en el pasado, pero hoy deben revisarse.
La globalización, la apertura de nuestras fronteras, la ausencia de conflictos armados a gran escala, los movimientos comerciales y de personas a nivel mundial (suavizamiento de las fronteras), hacen que la comprensión del concepto de soberanía se vea limitado en favor de un nuevo orden de entender las relaciones internacionales y replantearse los marcos históricos y teóricos generales.
Principalmente el tema de las fronteras es el que causa mayor crítica entre los estudiosos del tema, pues son éstas las que tradicionalmente definen el inicio y fin de los Estados. Estas fronteras, determinadas por hechos históricos, políticos o bélicos, hoy se han desmaterializado. El uso de pasaportes, o la ausencia de controles profundos como es el caso de la Unión Europea (o incluso una parte de Centroamérica desde 2006 con el CA-4), han permitido la movilización de personas como en ningún otro momento de los últimos dos mil años de la historia, previo al imperio romano.
Los retos actuales de las relaciones internacionales, según el autor, tienen un nuevo problema que es, el desmedido crecimiento de la población mundial. A esto se suman las migraciones y las identidades nacionales, culturales y religiosas. Lo anterior pone de manifiesto los derechos inherentes del ser humano a la migración, y asimismo, las políticas nacionales de países como los Estados Unidos de América quienes anualmente han recibido miles de personas como refugiados y asilados (hoy sabemos que la política del Señor Trump ha negado estos espacios, pero hablamos históricamente).
En el plano cultural, las relaciones internacionales pueden estudiar otros fenómenos aun más profundos, que podrían derivar en la creación de una cultura globalizada. Esto incluye al mundo de las artes tales como el cine, la música, la plástica, entre otros. Las redes sociales, las comunicaciones a través de teléfonos celulares inteligentes, y otras tecnologías de la comunicación e información, han permitido que las tendencias culturales de otros países se muevan y viralicen con una gran rapidez, podríamos decir que casi de forma inmediata.
Todo lo anterior permite ver nuevas tendencias en el mundo, y como las charlas comunes entre personas se van unificando. También temáticas de minorías como la LGBTQI, o la promoción del matrimonio homosexual o el derecho a elegir (aborto), se vuelven discursos normales en diferentes partes del mundo. Este es el nuevo reto para definir dentro de las relaciones internacionales; ¿habrán dejado de ser los ejércitos y fronteras las variables dominantes de control mundial?, ¿serán la inmersión cultural en favor de una sociedad universal una nueva forma de control?, ¿qué nación o naciones del mundo se benefician de implementar estas nuevas “ideas” o “tendencias” culturales a lo largo del planeta? Como siempre, son muchas las preguntas y vagas las respuestas.