Comienzo a escribir este artículo en un momento en el que vienen a mi menta tantos recuerdos compartidos con aquella mujer que me dio a luz, y que ahora descansa en los brazos del Señor: mi madre, Juana Gómez. También recuerdo a mujeres como seño Vicky de León que trabajó tantos años con nosotros en el Seminario San José, y a su hermana Odilia de León que falleció hace apenas unos cuantos días y que también trabajó conmigo por varios años. Ahora descansan en el Señor.
Pero también pienso en tantas mujeres trabajadoras y fieles que a diario se levantan con el deseo de hacer bien las cosas, y así ayudar a sufragar los gastos para tener lo necesario para sus hijos, y que muchas veces los esposos e hijos no valoran. Bien dice el refrán que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. No comprenderán el valor de tener a una madre como la que tienen, hasta que ésta ya no esté.
Cruzan por mi mente aquellas madres que sufren violencia física, psicológica, sexual y económica, en silencio. ¡Cuántas veces su cuerpo queda lleno de moretones, por las palizas que les dan los “disque” hombres”! Para aquellos hombres machistas y violentos, por favor no sean mala onda con sus mujeres. Recuerden que el amor de esposa no lo van a encontrar en ningún otro lado, más que en su hogar. Por lo tanto, deben tratar y respetar a sus mujeres.
Para aquellos hijos que se han atrevido a levantarle la mano o a juzgar a sus mamás, solo porque éstas les llaman la atención por los desmadres que hacen, este diez de mayo y todos los días es una buena oportunidad para pedirles perdón. Muchos de los hijos no tenemos la solvencia moral para juzgar a nuestras madres. Sólo Dios es quien puede juzgar a nuestras madres por sus faltas. Los hijos jamás deben faltarles el respeto a sus mamás. Y si ya lo hicieron, entonces estén conscientes que en vida recibirán lo que han hecho con ellas.
Queridas madres de familia, este 10 de mayo les deseo un “Feliz Día de la Madre”. Pero no sólo este día, sino todos los días. Ustedes son la base, la estabilidad, la unidad, la tolerancia y el amor en la familia. En realidad, ustedes las madres son la parte femenina de Dios en el hogar, porque aman sin medida a todos. Ustedes son el rostro femenino de Dios. No se cansen de amar, aunque muchas veces ese amor no sea de doble vía.
Mi deseo de felicitación es para todas las madres: las viudas, las separadas, las solteras, las casadas, las empresarias y todas las que se desempeñan en los diferentes ámbitos profesionales. Sigan siendo pequeñas gotas de trabajo y amor en donde quieran que estén. Dios les recompense todo lo que hacen por sus hijos.
Gracias por habernos llevado por nueve meses en su vientre. Gracias por abrazarnos, bañarnos, vestirnos y estar en los buenos y malos momentos de nuestra vida. Gracias vender, hasta sus propias cosas personales, para darnos de comer. Gracias por soportar insultos y golpes, con tal de no dejarnos abandonados. Dios se ha fijado en todos estos detalles y, tarde o temprano les recompensará lo que han hecho por nosotros; porque ustedes las madres son la base sobre la que se construye la grandeza de hombre y de una mujer ¡Feliz Día de la Madre!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.