Cómo afrontar el cambio en un país y un mundo extraño donde tenemos a una Chimalteca Consuelo Porras, alias “Jezabel” sin rumbo, que está condenada internacionalmente por más de treinta países. Todos los días tenemos muchísima imprudencia de moto simios y conductores sin educación, no hay educación vial. En todo el país no solo comemos m…. y nos lleva la chingada, para llegar al trabajo y cumplir con los requisitos de la vida, también ahora la respiramos. Nos ponemos llorones con los años, ansiosos, provocado por los peores escenarios posibles, como el tráfico, inseguridad, contaminación, guerras de información, medios negativos (ayer analistas deportivos o religiosos y ahora políticos o astronómicos), catástrofes por ocurrir cada minuto debido a que no estamos preparados para uno. Ya pasaron más de cien días y lo único que ha mejorado en este gobierno es la economía de sus amig@s y seguidores del partido. Triste es ver un alcalde tan inútil que necesita de 16 lame hemorroides “asesores” y eso le cueste a nuestro municipio aproximadamente más de Q325 mil mensuales al pueblo chivo harto de los socialistas y vividores. No jodan además de ello la mala noticia del fallecimiento del gran empresario y reconocido Guillermo Bonifaz.
Tenemos que construir sistemas y personas más fuertes y menos frágiles, aplicar mejores filtros para que seamos menos propensos a la ansiedad y centrarnos en vivir con los cambios en lugar de luchar contra ellos. Entonces, el verdadero impacto se produce cuando elegimos ser los iniciadores de los cambios que realmente queremos ver. Qué sabio, en verdad. Y cuán raramente seguido y con demasiada frecuencia somos descuidados y hablamos sin pensar. Estoy seguro de que has conocido a muchas personas que viven su vida sin un propósito. Vamos a la deriva por la vida tratando de pasar de un sueldo a otro. Cuando dejas de existir y empiezas a vivir de verdad, cada momento del día cobra vida con asombro y sincronicidad. Joder, mi vida parece un total fracaso debido a mi entorno. Se me forma un bulto en el pecho. Mi corazón ahora en mi garganta, asfixiándome. Palpitando como mi corazón que, aún, tengo por cierto. El mundo está completamente quieto, pero a la vez inconcebiblemente rápido. No puedo decirlo de ninguna manera, mi visión ahora está borrosa, más ahora con esta contaminación del aire. Sonrojado, alérgico e inquieto, sentado frente a mi computadora, trato de seguir adelante como si nada estuviera pasando. Intento mantener mi respiración tranquila para no preocuparme tanto.
Durante los últimos cinco años, mi modus operandi estuvo determinado por las presiones externas percibidas que sentí al ser aún un buen joven, con ojos claros, sin hijos. La única pregunta que le hice a la gente fue: «¿Estás ocupado en este momento?», como si estar ocupado fuera algo de estatus elevado, una meta y no un síntoma. Creo que realmente no entendí eso en ese momento. En lugar de eso, lo tomé como un mantra personal. Para mí, “estar ocupado es normal” significaba que todo el mundo está ocupado, estar ocupado es la norma, así que ocúpese más. Se lo recitaba a los demás y a mí mismo para justificar la cantidad de trabajo que estaba asumiendo y el estrés que sentía en determinados momentos. Le di glamur a la idea de estar ocupado. Como si estar ocupado fuera el objetivo y no el síntoma de trabajar por algo. Mi sentido de autoestima estaba ligado a la productividad; sentí que para ser digno se requería un estado constante de producción. Si lo que había en mi plato alguna vez comenzara a parecer alcanzable, lo arreglaría rápidamente llenándolo nuevamente. Aunque es normal, ¿verdad? ¡Estar ocupado es normal! ¡Es necesario también! ¿Bien? Con la precariedad laboral en las artes no deberíamos decir que no. Además de ser Leo (con mi signo 2024 no es el momento de estancarse, sino de mirar con atrevimiento al futuro y tener el valor de explorar o incluso de experimentar.) El pánico y la muerte me enseñaron que la vida hay que vivirla y es más que obvio solamente tenemos una. Cuando me encontré en mi punto más bajo, en pánico y sin frenos, no fueron las personas para las que me había ocupado (que, por cierto, nunca me pidieron que hiciera eso), sino al final quienes me ayudaron. En cambio, fueron los pocos amigos y familiares que no se beneficiaron en absoluto de mi productividad quienes me respaldaron “Muchas gracias”; tuve que caer muchas gradas antes de conseguir lo que era necesario para mi vida. Me ocupé siempre. Pero mi error fue darle demasiado poder a esa idea.
Lo que tengo ahora son personas a cuyas vidas agrego valor y que recíprocamente agregan valor a la mía. Tengo límites y tengo equilibrio; más que eso, tengo resiliencia y felicidad. Cómo ser amable conmigo mismo fue una lección difícil de aprender. Pero finalmente estoy viviendo y no solo sobreviviendo.
P.D Para todos aquellos que están de cumpleaños se merecen, por lo menos, ¡un millón de cosas buenas! Solo les recuerda, es un año más, un año menos, lo importante es que lo gocemos al máximo. ¡Felicidades a ti y a mí! A ti por ser tu cumpleaños, y a mí por tenerte muy cerca.