La vida es un desafío constante. Está llena de experiencias agradables y desagradables. La vida nos introduce en una realidad compleja y conflictiva; una realidad llena de dolor y sufrimiento, pero también de experiencias positivas que nos motivan a seguir adelante. La única manera de experimentar la resurrección es pasar por la pasión y la muerte. Por ejemplo, el hecho de haber ganado un examen privado o cualquier otro tipo de examen, implicó noches de desvelo y dolores de cabeza, es decir, las experiencias de éxito incluyen momentos de ansiedad y estrés. Pero esto es lo motivante de la vida.
La vida entonces, tiene sus propias cruces todos los días. Lo que tenemos que hacer es aprovechar esas cruces para avanzar y nunca retroceder, porque ese “ir caminando” con esas cruces, me permitirá alcanzar metas jamás soñadas. ¿Qué tipo de cruces? Las cruces son tan variadas como seres humanos existen. Algunos cargamos la cruz del duelo, otros la de la pérdida de un trabajo, alguien más carga la cruz de su mal carácter, entre otras. Pero no importa el tipo de cruz que tenga, lo importante es no renunciar jamás a esas cruces, porque son ellas los medios para tener éxito o ser santos.
Ahora bien, para no sucumbir ante las desgracias de la vida, es importante buscar fuentes sanas a donde se pueda acudir para alimentarse. Y es que hay momentos en los que uno ya no haya qué hacer por tantos sinsabores de la vida. Es en esos momentos cuando uno tiene que acudir a esas fuentes de agua, para saciar nuestra sed y recobrar las fuerzas perdidas en el camino de la vida. Cuando uno acude a fuentes sanas para recobrar fuerzas, uno cae en la cuenta de que los problemas y las cruces de la vida le dan sentido a la misma y que a veces, son hasta necesarios.
Es clave no “hacerse bolas” con la vida. Respire profundo y siga adelante. Cuando sienta que está en callejones sin salida, busque un lugar donde sentarse y hable con Aquel que sabemos nos ama. Hay Alguien (Dios) quien puede ayudarnos a continuar caminando sin mirar hacia atrás. Es esencial estar en silencio, estar a solas y dialogar con Jesús, porque Él ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo.
Cunado uno está a solas con Dios, toma conciencia de sí mismo, de sus problemas, de sus luchas y esfuerzos; y uno concluye que “vivir” implica “eso” que estamos pasando, pero que contamos con los dones suficientes para hacerle frente a las desgracias de la vida. Es recomendable tomarse un café con uno mismo. Lo normal es que uno invite a un amigo o amiga, para tomarse un café y charlar sobre la vida. Esto está bien. Pero vale la pena, de vez en cuando, prepararse un café y degustarlo con nosotros mismos. Y en ese momento tomar conciencia de quién soy, de dónde vengo y a dónde voy. Mientras saboree ese café, descubra todas las falsas creencias que le enseñaron desde pequeño y que aquí y ahora le bloquen el acceso a su yo profundo. En lo más íntimo de su ser está usted y Dios. Escuche su propia voz y la voz de Dios. Este tipo de reflexión le permitirá caer en la cuenta que la vida es bella y que los problemas personales, familiares, laborales, académicos y afectivos le dan sentido a su vida. Así que ¡Tranquilos! No se desesperen. Cuando usted encuentra su propia voz, trasciende y hace trascender a los demás.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.