Las crisis existentes en la sociedad guatemalteca están a la orden del día. Hay crisis personales, laborales, familiares, económicas, políticas, existenciales, entre otras. Las crisis son parte de la vida de una persona, una empresa, una familia, un país, una ciencia. Un adolescente entra en crisis, cuando no logra o no puede enfrentar los cambios físicos y psicológicos propios de su edad. Una familia entra en crisis, cuando la pareja no encuentra los mecanismos apropiados para comunicarse. A nivel de país, no siempre lo que se pide a través de manifestaciones y bloqueos de carreteras, es necesario y esencial.
Entonces, un país cae en crisis, cuando sus instituciones públicas y privadas buscan satisfacer las demandas que algunos sectores hacen, pero que no son las que realmente necesita la población para salir del subdesarrollo. Un ejemplo clarísimo es el éxodo de varios miles de hondureños hacia Estados Unidos. Este hermano país ha caído en esta profunda crisis, porque sus gobernantes practican una política sin principios morales.
En Guatemala, a un buen porcentaje de la población se le ha dado el pescado ya cocinado, pero no se le ha enseñado a pescar. En este país hay aldeas y barrios muy pobres, en donde la gente come una vez al día. Pero la solución a esta crisis no está en regalarles la comida, sino en enseñarles a ganársela con esfuerzo y disciplina. Pero, obviamente, a los políticos corruptos no les interesa tener ciudadanos pensantes. Para hacer esto se necesita sabiduría, en palabras del gran Santo Tomás de Aquino (1225-1274) sería: “tener un cierto sabor de Dios”, para hacer decisiones sabias.
En la sociedad actual hay miles de personas que están viviendo una crisis de la que casi nunca se habla: la crisis existencial. ¿Cuántas personas no se han quitado la vida tirándose de un puente o bien tomándose un montón de pastillas? ¿Cuántas personas pierden la vida diariamente consumiendo sustancias mortales al instante? Hay que estar alertas, porque las crisis aparecen en el momento menos pensado. Surgen dependiendo de las situaciones lamentables y dolorosas que experimentan las personas en su propia vida.
La vida, es el regalo más grande que Dios nos ha dado. Este regalo de Dios hay que ponerlo al servicio de los demás; y el Estado debe garantizarlo y protegerlo desde su concepción, (Cfr. Artículo 3 de nuestra Constitución Política). Para quienes en algún momento han pensado en la muerte, déjenme decirles que su vida tiene sentido desde el momento en el que le ganó a millones de espermas y llegó primero para fecundar el óvulo. Es cierto, la violencia, la pérdida de un trabajo, de un amigo; la falta de dinero para cubrir las necesidades básicas, la infidelidad de su pareja, pueden darle motivos para caer en crisis profundas; pero usted es un líder desde la concepción.
Si hoy siente que todo se le viene encima y ya no puede más por la violencia, las deudas, la renta de la casa, la salud de un familiar, la muerte de un amigo, los problemas en la empresa donde trabaja, siéntese un momento. Haga un proceso de introspección, sintonícese consigo mismo, ponga las cartas sobre la mesa, pida sabiduría a Dios, y Dios le devolverá la energía suficiente para continuar en el camino de la vida. Las crisis son el combustible que deben motivarle a levantarse de los problemas, para trascender. Las crisis son como un despertador ¡Nos despiertan!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.