Esta semana leí la nueva novela póstuma de Gabriel García Márquez, “En agosto nos vemos” (marzo, 2024), y me reencontré con mi película favorita de Cantinflas, “Sube y baja” (1959). Entre muchas curiosidades que hallé en ambas, sobresale una que las une tanto que por un momento pensé que estaba observando la misma historia.
El contexto es similar: una recepción nocturna en un restaurante de hotel donde dos desconocidos se observan desde sus mesas e intercambian ojitos y coqueteos a distancia, mientras la música en vivo los envuelve en un aura de aventura e intimidad.
En la obra de Márquez, la protagonista, Ana Magdalena Bach, viaja a una isla caribeña. Durante su noche en el hotel, se deja seducir por un extraño al que nunca le conocerá el nombre y que la observa desde su mesa, mientras un piano toca “Claro de Luna” de Debussy y una niña mulata canta con amor. Terminan amándose esa noche.
En “Sube y baja”, Cantinflas es confundido por Lucy con un deportista atlético, Jorge Maciel. Desde su mesa, de dueña del mundo en Acapulco, Lucy le hace ojitos creyendo que es otra persona. En su caso, suena “Corazón de Melón” interpretado por las Hermanas Benítez. Terminan amándose por esos días.
En ambos casos, los protagonistas juegan a ser quienes no son, a seducir a través de engaños y terminan por sentirse enamorados a través de ese artilugio. Sin embargo, también, en ambas situaciones, la ilusión reclama sus espejismos.
Considero que esta película de Cantinflas, que veía mucho cuando era niño, seguirá siendo mi favorita por la intensa historia de amor que construye y, sobre todo, por el emocionante e inolvidable final con el que se resuelve la trama.
Respecto a “En agosto nos vemos”, hay mucho que decir, quizá en otro momento. Me quedo con que es una obra que nos permite volver a leer a nuestro maestro diez años después de su muerte. La novela tiene su inconfundible ritmo y estilo; sin embargo, hay algo que puede dar veracidad a los rumores que se escuchan sobre por qué Márquez nunca quiso publicarla.
En todo caso, ambas obras son fantásticas porque cumplen su propósito en mí: Trasladarme a una personal y satisfactoria nostalgia.
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social y estudiante de la licenciatura de Psicología. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).