Uno de los valores que nos puede ayudar a modificar conductas es la disciplina, entendida como “una doctrina o instrucción de una persona, especialmente en lo moral, (Diccionario de la Real Academia). La disciplina es la capacidad de enfocar los propios esfuerzos para alcanzar un fin. Tiene como meta modificar el carácter y el comportamiento de la persona, para que ésta alcance la eficiencia en algún trabajo. Es una herramienta facilitadora de “orden” en ciertas áreas de la vida humana. No estoy hablando de disciplina como método de castigo y represión, tal como se educaba antiguamente.
En el ámbito educativo, la disciplina es hacerles ver a los jóvenes las fronteras de sus acciones, es decir, hasta dónde ellos pueden llegar. Inculcarles disciplina es educarlos a ser ordenados, puntuales, higiénicos y saber comportarse, según el espacio en donde se encuentren.
En la familia, los padres tienen el deber de orientar a sus hijos, exigiéndoles responsabilidad en las tareas que se les asigne. Es recomendable elaborarles un horario de responsabilidades; esto les ayudará a invertir la energía que tienen en algo positivo para sus vidas. No hay que dejarlos ver televisión o estar en redes sociales todo el tiempo.
No hay que amenazar a los hijos para que cumplan sus órdenes. Los padres autoritarios son los que manipulan castigando y premiando, regañan, desconfían, se fijan sólo en lo negativo. Quienes actúan así no están enseñando a sus hijos a ser disciplinados.
Los padres permisivos tienen como eslogan: “dejar hacer y dejar pasar”. Son demasiado tolerantes con los hijos, permitiéndoles hacer lo que ellos manden. Este tipo de orientación forma hijos mediocres.
Los padres de familia sobreprotectores, son los que terminan haciendo las responsabilidades que ellos mismos les han indicado a sus los hijos. Le correspondía a la hija hacer la limpieza de la casa, pero como la “nena” no se levantó temprano, la termina haciendo la mamá. Los despiertan, aún teniendo despertador, se inmiscuyen en las tareas escolares de los hijos, les recuerdan a cada rato todo lo que debe hacer. Este tipo de acompañamiento forma hijos inmaduros, inseguros e incapaces de valerse por sí mismos.
La disciplina está en todos los espacios de la vida: en la cocina, en el comedor, en la oficina, en el aula, en la familia, en la iglesia, etc. “La disciplina es el mejor amigo del hombre, porque ella le lleva a realizar los anhelos más profundos de su corazón”, (Teresa de Calcuta).
La función principal de la disciplina es formar y educar. No hay que perder de vista esto. Por lo tanto es aconsejable comenzar a practicar la disciplina, ordenando un poco nuestra vida académica, espiritual y emocional El éxito y la santidad requieren de hombres y mujeres disciplinados integralmente.
Entendiendo la disciplina como “hacer aquello que a uno no le gusta hacer”, considero que vale la pena disciplinar más y mejor nuestra vida académica, emocional y espiritual. En cuanto a lo académico, haga un horario de estudio y cúmplalo. A nivel emocional, cierre círculos afectivos no cerrados, deje a quien no le ayude a estar bien emocional y sentimentalmente. Desde un punto de vista espiritual, debe integrar más a Dios en su vida, participando con más frecuencia en las actividades de la iglesia, y así generar cambios personales que incidan en la sociedad en general. Hable con más frecuencia con Dios.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.