Quiero comenzar este artículo con un texto de Pablo a los Colosenses (3, 1-4) en el que afirma: “Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo su corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra”. Cuando la mente y el corazón se ponen en los bienes sublimes de Dios, la vida se disfruta y goza mejor.
Todos trabajamos para tener los bienes necesarios para vivir. Y esto es válido. Pero estos bienes tienen que ayudarnos a relacionarnos con Dios, es decir, a estar más en armonía con los bienes que duran para siempre. No hay que poner nuestro corazón en los bienes materiales, sino en los bienes espirituales. Vale la pena revisar el uso que usted le da a los bienes materiales; éstos no son un fin en sí mismos, sino un medio para vivir de una manera digna en la tierra.
Ahora bien, para estar en sintonía con los bienes del cielo, revise su mente, sus emociones y acciones. Para que de verdad Cristo resucite en su vida, es necesario cambiar su manera de pensar. En la mente hay miles de ideas, pero no todas son buenas, útiles y verdaderas. Renueve constantemente su mente; no se quede con las ideas acumuladas hasta hoy. Si de verdad usted quiere resucitar a una vida nueva con Cristo, no basta sólo con decirlo con los labios, sino que es necesario eliminar de la memoria todas esas ideas derrotistas, depresivas y negativas, que lo único que hacen es hundirle cada día más.
¿Quiere resucitar nuevas emociones y sentimientos? Pues bien, haga morir esas emociones malsanas que lo único que hacen es crear un abismo cada vez mayor en su afán por la felicidad. Hay emociones y sentimientos que le mantienen atado al pasado. El problema está en que si usted no hace lo posible por superar e integrar el ayer, siempre vivirá lamentándose de lo que pasó, y que ahora es sólo un recuerdo. Y lo peor es que se hace sufrir a quienes más se ama.
Para “buscar los bienes de arriba”, despréndase del pasado; recuérdelo sí, pero no permita que lo convierta en su esclavo. Si usted sigue esclavo, esclava de lo que ya pasó, pues de nada sirve llamarse “cristiano”, porque Cristo no habrá pasado en su vida. Resucitar es pasar de la muerte a la vida, de un pasado desgraciado a un presente lleno de gozo. Resucitar es “dar ese paso” que nunca se ha atrevido a dar, pero que hay que darlo. Resucitar es reconciliarse con el ayer, para que ya no le duela. Resucitar es tener una mente nueva y un corazón nuevo dispuestos a dar lo mejor, para disfrutar mejor esta vida temporal.
Comience por resucitar nuevas ideas, emociones y sentimientos a nivel personal. No siga siendo prisionero de lo que ya no puede ser. Luego, ayude a su familia a que resucite nuevas actitudes hacia los miembros de la misma. Seguidamente resucite valores en su negocio, en su empresa. Cuando lo micro cambia, automáticamente cambia lo macro.
Que estos días de reflexión y de descanso le hayan servido para recargar nuevas energías, para continuar con alegría, entusiasmo y buen ánimo el camino de la vida. La vida humana es un camino con luces y sombras, con aciertos y desaciertos, con alegrías y tristezas, con buenos amigos y con amigos como Judas; pero vale la pena vivir. El reto para nosotros consiste en jamás renunciar a nuestros sueños. No desista, sino insista a diestra y siniestra. ¡Felices pascuas de resurrección!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.