En este camino de la vida, hombres y mujeres nos topamos con todo tipo de problemas, enfermedades terminales, accidentes, incluso con realidades misteriosas como la “muerte”; ante cuya realidad no se puede hacer nada.
Los problemas mal manejados generan en nosotros angustia y desesperanza, porque no les vemos ninguna salida; y poco a poco nos hacen creer que esta vida no tiene sentido.
El centrarse demasiado en lo negativo, ver esta vida con lentes negativos y depresivos no nos permite ver lo positivo, la parte optimista de la vida misma. Los problemas mal enfocados o vistos con lentes oscuros van a provocar sentimientos confusos con tendencia a la amargura.
A las realidades antes mencionadas se agrega una más, ante la cual no se puede hacer mayor cosa, más que esperar que llegue: esta es la realidad de la “muerte”. Entre los muchos posibles de esta vida este es el único “posible”, ante el cual es imposible hacer algo, más que rezar al autor de la vida.
Hay quienes piensan que la muerte cierra el paso a la vida, es decir, que al morir, ahí se acabó todo; y entonces para qué trabajar tanto, para qué prevenir cánceres u otras enfermedades, si de todos modos me voy a morir. Al asumir una actitud así, lo que estoy haciendo es apresurar la venida de la muerte e irme antes de tiempo.
Fernando Savater, en su libro Las preguntas de la vida, afirma, “pero morirse no es cuestión de viejos ni de enfermos: desde el primer momento en que empezamos a vivir, ya estamos listos para morirnos, porque, como dice la sabiduría popular, nadie es tan joven que no pueda morir ni tan viejo que no pueda vivir un día más. Montaigne decía: No morimos porque estemos enfermos sino porque estamos vivos.
Hoy quiero agradecerle al Dios de la vida por este don tan maravilloso que me ha dado. Que el no saber nada de lo que pasa después de la muerte física no me provoque angustia. Tengo que vivir cada día con la seguridad de que después de esta vida física hay una vida eterna con Dios.
Macabeos 7, 1-2. 9-14 ilustra el sentido de la muerte con el ejemplo de estos siete jóvenes que son asesinados por no querer comer carne de puerco; afirman: Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres; el rey del universo nos resucitará a una vida eterna, puesto que morimos por fidelidad a sus leyes; vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la firme esperanza de que Dios nos resucitará.
Por su parte, Jesús afirma, “en esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado…porque Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos”, (Cfr. Lc 20, 27-40). La alianza del Dios vivo es con la vida y con hombres y mujeres vivos.
Disfrute esta vida, viva cada día como si fuera el primero, el único y el último día. Tiene que testimoniar la certeza de la esperanza de una vida eterna con Dios. Hoy tiene la oportunidad de prepararse para experimentar una muerte con sentido y ser un hijo, una hija de Aquel que dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6).
No espere perdonar, servir y amar mañana. Perdone hoy, sirva hoy, ame hoy. La vida es una constante preparación para un día dar ese paso de la vida a la muerte, porque el sentido de la vida es que un día morirá. Utilice su vida para dar vida ahí donde hay muerte. Todos los días Dios le pone en sus manos varias vidas para que las transforme y las haga mejores. No desperdicie esta oportunidad.
“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada produce una dulce muerte”, (Leonardo da Vinci).
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.