Ojalá podamos hablar, entender y llevar a la práctica el rol trascendental del gobernador departamental, sin embargo, para hablar sobre este tema, es indispensable conocer a groso modo, su contexto legal. Para fines de una buena y mejor administración -teóricamente hablando-, el territorio de nuestro país, se divide en departamentos y éstos a su vez en municipios, así mismo, la administración será descentralizada, recuerdo aquellos años 1977/1985 cuando todos los trámites se realizaban en la ciudad capital. Es también necesario mencionar que, la misma constitución política, faculta la organización y coordinación de la administración pública en Regiones, esto, para ejecutar de mejor manera los proyectos sociales y económicos de la población y así -en teoría-, mejorar la calidad de vida de los habitantes.
En ese orden de ideas se crea el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y Rural, quien es presidida por el presidente de la república, su fin, es la formulación de las políticas de desarrollo urbano y rural. Para que todo tenga lógica de enlace o engranaje, se crean los Consejos Departamentales de Desarrollo Urbano y Rural, los Consejos municipales y como último eslabón, los Consejos de Desarrollo Comunitarios. Nuevamente, en teoría, es una buena manera de interrelación y cohesión social, pero, lamentablemente cuando la cosa pública es administrada por personas sin escrúpulos, no hay nada que resiste ante la crueldad del ser humano. Y, así, se ha desvalorizado este excelente instrumento de desarrollo social, tanto urbano como rural.
Entonces, ¿Qué rol juega el gobernador departamental? En mi opinión, se resume en lo siguiente: es el representante del presidente de la república y preside el Consejo Departamental de Desarrollo Urbano y Rural, las demás atribuciones -11 restantes-, son de cajón, coloquialmente hablando. Estimado lector, ¿se imagina usted el representante de Giammattei y Jimmy en su departamento? Por Dios, no sé como hemos podido salir de tanto mal, pero, con este nuevo gobierno, no creamos que todo será color de rosa, lo digo porque, lamentablemente el nuevo gobierno tuvo que “negociar” en el congreso de la república varios puestos de la administración pública y entre estos, está la gobernación departamental. No creamos que, los votos a favor del Movimiento Semilla fueron de gratis.
Regresando al tema, el Gobernador debe velar por el buen funcionamiento del aparato del Estado, por ejemplo, buena educación, seguridad, salud, etc., para viabilizar el cumplimiento de los primeros tres artículos de la Constitución política de la República. Ojalá esto fuese posible, lamentablemente, si en el país no hemos tenido presidente, en nuestros departamentos, jamás hemos tenido gobernador, o, acaso usted sabe el nombre del gobernador de su departamento.
En el caso de los Consejos Departamentales de Desarrollo -CODEDE-, el gobernador tiene la responsabilidad y obligación de velar por la eficaz y eficiente ejecución del presupuesto de inversión de su departamento. De por sí, el presupuesto de inversión del Estado es apenas el 20% del presupuesto general, y de esto, el 4% -4 mil 44 millones de quetzales- está destinado para todos los CODEDES -22 departamentos-. Hay Dios, y además de eso, el 40% se lo roban en sobrevaloración de proyectos.
Entonces, ¿qué tipo de ser humano necesitamos para gobernador departamental? Debería ser una persona con dos cabezas, o, con dos corazones, con dos bolsas grandes para cargar todo el dinero que manejará, o simple y sencillamente un ser humano con principios y valores, temeroso de Dios -no que le tenga miedo a Dios, sino, reverencia y obediencia-. Que entienda que, debe vivir para servir y no servirse de los demás. La vida plena de amor al prójimo, es precisamente lo que John Wesley dijo: Haz todo lo que puedas, con todos los medios que puedas, en todas las maneras que puedas, en todos los lugares que puedas, en todos los tiempos que puedas, a todas las personas que puedas, cada vez que puedas.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.