Ahora con la pandemia del COVID – 19 surgió la controversia sobre la importancia de la salud o de la economía. Los gobiernos en todo el mundo buscaron por todos los medios de encontrar el equilibrio en mantener abierta la economía de los países y preservar la salud de sus ciudadanos.
En esta tarea titánica lo que se evidenció, y es uno de los elementos más importantes de nuevo orden mundial, es que los gobiernos ya no tienen el control de la economía de las naciones. Es un hecho que las empresas transnacionales deciden como debe dirigirse cada país del mundo partiendo de los recursos económicos que produce cada uno.
Desde la revolución agrícola, cuando en aquellos tiempos, el hombre dejo de ser nómada, se quedó en un lugar a vivir, se apropió de un territorio, privatizo este, inicio el control económico como factor importante para definir el destino del ser humano y de todo lo que en la tierra existe. No solo se trata del hombre como mercancía, hoy la mayoría de las especies que habitan en la en este planeta tienen un precio, así como sus elementos. El aire, el agua, el oxígeno y la tierra fueron privatizados, y en la medida que avanza la tecnología aumentan el precio de ellos.
Vivir tiene un precio en este mundo mercantilizado, un parto en las ciudades, si lo hace en un hospital público el precio lo pagaron los impuestos de los ciudadanos, si en un establecimiento privado, el valor lo pago la familia del nuevo integrante. Solo en las comunidades más alejadas de las ciudades sigue siendo una bendición, allá en donde la comadrona asiste a la madre, la familia del nuevo integrante no paga por la vida de él. Es una forma distinta de ver la vida, que pese a todo, aún se mantiene.
Morir tiene un precio. Si fallece por la pandemia, el funeral es pagado por los impuestos de los ciudadanos. Acá surge la lucha por que usted muera de otra causa, para que así puedan velarlo, y su familia pague el sepelio, a esto se aferran las funerarias, porque para estas la muerte es el negocio. Incluso es más barato vivir que morir. El ser humano pasa su vida trabajando para tener en que caer muerto, ese es el gran secreto del modelo vigente en la tierra, el de las grandes empresas transnacionales.
No es casualidad que la pandemia se haya convertido en el mejor negocio de las compañías farmacéuticas como Pfizer, BioNTech y Moderna, solo Guatemala ha destinado más de Q1 mil 500 millones de quetzales, se imaginan el monto que el mundo entero va a invertir en la vacuna, y las grandes ganancias que tendrán los fabricantes. Solo los países llamados comunistas buscan la forman de producir ellos sus propias vacunas, como el caso de Cuba, que incluso ofrece vacunar a sus visitantes, si a los turistas que arriben a la isla.
Cuando la guerra dejo de ser negocio, y los miles de millones de dólares que se invierten en armamento militar dejaron de ser el objetivo de los grandes capitales del mundo, buscaron innovarse y encontraron en la salud ese espacio para ponerle precio a la vida. La salud del ser humano se convirtió en el mejor negocio, no para curar, porque no es rentable. Las ganancias son altas si existen enfermedades, si el hombre enferma o permanece enfermo. Por ello no hay cura contra el cáncer, la diabetes o la hipertensión, solo existen medicamentos para alargar su tiempo de vida, hasta que usted pueda pagar por ella. Somos esclavos del capital farmacéutico.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.