Cuando parece que la vida ya no tiene sentido, cuando los problemas de la vida “aparentemente” ya no tienen solución, cuando vamos caminando en un túnel y no vemos la luz, cuando nos encontramos en un callejón sin salida ¿A quién acudimos? ¿En quién ponemos nuestra fe? Me consta de hombres y mujeres que ante un problema complejo, como la infidelidad matrimonial o un problema de alcohol, cambian de iglesia o bien visitan a adivinos y brujos, como los llamados científicos de Samayac. Cuando se les pregunta la razón por la que lo hicieron, afirman que por muchos años le estuvieron pidiendo a Dios un cambio, y que nunca recibieron una respuesta clara; y culpan a Dios de la falta de fe. El Dios de Jesucristo no es ningún brujo.
En Guatemala y en otros países del mundo, la violencia no se detiene. Estamos siendo testigos de una crisis moral y de fe gigantesca. En realidad, es una crisis de Dios. El reto para todos los que habitamos el planeta tierra es conocer los problemas, para luego detectar las causas de esta crisis en sus raíces más profundas. Las crisis siempre son una oportunidad para cambiar. Por ejemplo, la crisis económica, política (como la de Guatemala-Belice) y moral que vivimos en Guatemala, hay que convertirlas en un tiempo oportuno para salir de las mismas.
Hoy estamos en crisis, porque así lo hemos querido. Hay una gran crisis de Dios y de fe. Es esta crisis de Dios, la que está llevando al mundo a un enfrentamiento inminente. Ante esta catástrofe ¿quién puede ayudarnos? ¿Los políticos? No. Lo único que nos han demostrado es que son buenos para comprar, despilfarrar el dinero del pueblo, amenazar, ubicar a su gente en puestos claves y hundir más a los guatemaltecos.
Al hombre y a la mujer actual les es más fácil vivir sin Dios. No se dan cuenta que la vida sin Dios no tiene sentido. Hay quienes no creen que todo lo que existe, existe porque Dios, creador de todo, así lo quiso. Los economistas dicen que “en tiempo de crisis hay que volver a lo esencial” (back to the basis). ¿Qué es lo esencial? Para quienes no creen en Dios, lo esencial es el dinero, el placer, el sexo, el narcotráfico, el tener y el poder; pero para quienes somos “buenos cristianos y honrados ciudadanos” (Don Bosco) lo esencial es construir nuestra vida sobre valores morales y espirituales, y dejar un legado en la historia de la humanidad.
El único que puede liberar a hombres y mujeres de la crisis de Dios es el Amor. El día que hagamos del amor el instrumento para ver, escuchar, sentir y oler como Jesucristo ¡Ya la hicimos! Solo desde la caridad podremos comprender el misterio de Dios, el fundamento del mundo y la naturaleza del hombre (Cordovilla, A. en Crisis de Dios y crisis de fe). La guerra, los asesinatos, la corrupción, la envidia, el odio, los chismes, el abuso de poder, el tráfico de personas, el narcotráfico, son fenómenos que reflejan la crisis del hombre del siglo XXI; están haciendo que el mundo se desmorone. Para salir de esta crisis, necesitamos practicar el amor, porque solo el amor es digno de fe (von Balthasar). ¿Qué hay que hacer para salir de esta crisis de Dios y de fe?
Finalmente, le recomiendo asistir a votar en la consulta popular de este 15 de abril. El Sí es clave para que la Corte Internacional de Justicia ayuda a Guatemala y Belice a delimitar sus fronteras; y así, evitar más muertes de guatemaltecos.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.