Los ciudadanos de diversos países manifiestan firmemente el orgullo que sienten de haber nacido y pertenecer a su patria, las formas de demostrarlo varían de acuerdo a sus creencias y gustos; pero, al final de cuentas terminan imponiendo ante el resto del mundo, ese nacionalismo que los diferencia de los demás.
Si bien es cierto, Guatemala es un país con demasiados problemas estructurales en el plano económico, político y social, no debemos olvidar que es nuestra nación, que acá nacimos y de acá somos; por consiguiente, estamos llamados a cuidarla, protegerla, amarla, respetarla y honrarla. Ante la convulsión social existente en el país, es evidente que muchas personas han dejado de sentir esa apropiación e identidad hacia la tierra que los vio nacer, fomentada y promovida por malos guatemaltecos que lejos de engrandecerla, intentan hundirla en el fango.
Sea como sea; repito, Guatemala es nuestra y todos estamos llamados a cuidar de ella y enaltecer su nombre. Me permito señalar algunos elementos que; desde mi particular punto de vista, deben fomentar ese orgullo y nacionalismo en todos los guatemaltecos: 1) somos herederos de una enorme riqueza cultural, como cuna de la civilización maya, 2) contamos con una biodiversidad natural y una posición geográfica envidiable por muchas naciones, 3) somos un pueblo trabajador acostumbrado a sobreponerse de cualquier tipo de adversidad y por si esto fuera poco 4) siempre tratamos de sacarle el lado positivo a las cosas por más difícil que sea la situación.
Derivado de lo anterior, debemos sentirnos orgullosos de nuestro origen, nuestra gente, nuestra cultura y de nosotros mismos, por levantarnos cada día a trabajar, dispuestos a contribuir al engrandecimiento de nuestra nación. Concluyo compartiendo un extracto del “Poema a la Patria” del poeta Osward Cifuentes: “Oh mi hermosa Guatemala, tú conmigo no eres mala ¿por qué la gente habla mal de ti? Si tú tienes los lugares más bellos del mundo… Quisiera volar como un quetzal y decirle a todos que mi Guate es muy especial…”