Todos sabemos que historia y realidad socio económica, son únicas, pero, sobre ellas, formalmente, se manejan dos conceptos: el científico, y el formal u oficial. El científico, es el verdadero; el que, de acuerdo a las investigaciones y hallazgos rigurosamente realizados en tiempo y espacio, nos permite aproximarnos objetivamente, al conocimiento y la verdad de determinada situación u objeto, según el caso. Por otro lado, el formal u oficial, es el que nos imponen quienes están en el ejercicio del poder, y los teóricos que defienden, representan determinados intereses y por, sobre todo, el statu quo (situación imperante) en un país determinado. Dadas estas conceptualizaciones, no necesitamos esforzarnos mucho para saber del lado del cual, de estos dos conceptos, está la verdad objetiva, o, de que lado, estamos en el campo de la verdad subjetiva: de qué lado estamos o nos aproximamos a la verdad comprobada o comprobable, o cuando estamos del lado equivocado, falseando o deformando la historia y la realdad planteada.
Está práctica, teórica y, sobre todo, histórica y científicamente comprobado, qué, LA EDUCCIÓN, ES LA COLUMNA VERTEBRAL DEL CONOCIMIENTO. En cualquiera que sea el trabajo que desempeñemos o actividad a que nos dediquemos, la educación no solo es necesaria, sino estrictamente indispensable, desde lo más simple, hasta lo más complejo: nadie nace sabiendo, dice un viejo refrán y otro, lo refrenda al decir que, lo que bien se enseña y bien se aprende, bien se desempeña y, en la transmisión y asimilación del conocimiento, dos son los factores determinantes: la capacidad y didáctica del que enseña, y el interés por aprender, del receptor de la enseñanza; esto es válido en todo y por todo: el sastre, el mecánico, el carpintero, el piloto, el agricultor y en fin, todas actividades que se podrían mencionar, necesitan de un aprendizaje previo y, el resultado de ese aprendizaje, bueno o malo, depende, tanto del transmisor, como del receptor en el proceso de enseñanza aprendizaje.
En cuanto al modelo educativo en el país, si bien en lo general, le es aplicable mucho o todo lo anteriormente señalado, como en todo, tiene sus particularidades y una de ellas, es su contenido y orientación según la profesión de que se trate. El modelo, la política y orientación educativa, corresponde al gobierno por medio del Ministerio de Educación Pública, incluso en el esqueleto de los planes y programas de estudio, desde el nivel parvulario, hasta el medio superior incluyendo escuelas públicas y colegios privados; en cuanto al superior: técnicos, maestrías, licenciaturas, pos grados y especialidades, sin divorciarse totalmente de los patrones oficiales del modelo educativo, corresponde a las universidades: pública y privadas. Respetando las reglas del modelo oficial que regula la política educativa y al amparo de la libertad de cátedra, aquellas materias de programas de estudio que lo permiten, deben vincularse con la historia y la realidad del país, algo que con los años, se ha ido perdiendo en perjuicio de la formación y compromiso social, del futuro profesional y egresado de las universidades, especialmente, de la universidad pública que, por su condición de tal, es la más obligada a egresar profesionales que salgan con elevada formación académica y comprometidos con el desarrollo económico, político y social que reclama Guatemala. Derivado de esta reflexión, es la percepción de que, el modelo educativo en Guatemala, ha venido, de más, para menos, no solo en materia de excelencia académica sino, particularmente, porque se ha venido desvinculando de la verdadera historia y realidad de Guatemala.
Mi formación académica, desde párvulos, fue en escuelas y universidad públicas; egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala (CUNOC). Me he dedicado a la docencia e investigación, durante más de 35 años, tanto en el CUNOC, Universidad Rafael Landívar en Xela, como otras universidades de México hasta jubilarme en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) de México. La experiencia acumulada, tanto como estudiante y después como profesional, me permitió tener contacto directo con el nivel académico y la formación profesional de antes y la actual. Así pues, no me lo han contado ni es una simple especulación: en materia educativa, y de formación profesional, al comparar décadas pasadas con la actualidad, el nivel académico se ha venido deteriorando y, lo más lamentable: es enajenante. Como consecuencia de ello, el nivel, preparación y formación del nuevo profesional, también: una cosa, es consecuencia de la otra; el presente, del pasado. Ya habrá oportunidad de compartir con los lectores, en una próxima oportunidad, el por qué, de esta percepción y reflexión personal.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com