Debo iniciar mi columna, compartiendo el siguiente dato, mi país Ecuador con una población similar a la de Guatemala, registra hasta la fecha 37.656 personas contagiadas con CODIV-19 una cifra oficial de 3.221 fallecidos siendo que, estos son los que lograron comprobar mediante el respectivo examen que si estaban con el virus, hay datos de otros 4.000 fallecidos, que probablemente si fueron positivos pero no se pueden reportar a la OMS como tal, por falta del hisopado.
Dice Gunther Sthamer sociólogo alemán: “Cada sociedad se jacta de una moral, de un conjunto de valores que definen lo que la gente cree que está bien y lo que cree que está mal. Esta moralidad se refleja en las conductas que se aceptan y las que se rechazan en esa sociedad.”
Quizá eso nos ayude a entender lo que nos pasa de forma local, pero sobre todo a reflexionar lo que la pandemia ha sacado a flote.
He leído en periódicos y redes sociales, escuchado en la radio, a miles de personas a las que ninguna medida que el gobierno de Guatemala propone le parece bien, las cuestionan y protestan con argumentos personales e incitando a que sigamos su criterio, con el riesgo adicional que si no compartimos su idea, pasamos a ser los malos de la película. – En definitiva nosotros mismos nos dividimos –
Trato de entender esto, y prefiero entonces recurrir a los que especialistas en comportamiento humano, la psicóloga argentina Viviana Kelmanowicz menciona respecto a la pandemia que “la primera afectación es la sensación de angustia, y reparó en el origen etimológico de la palabra angustia: viene del latín angustus que significa angosto o estrecho”.
Es imposible no tener angustia en esta cuarentena, sea enorme, mediana o poco perceptible, esto dependerá de nuestra fortaleza individual, nuestro contexto cercano, nuestro hábitat, economía, afectos, nuestra historia personal y del grado de afectación de la pandemia y sus consecuencias.
Esta angustia justifica de alguna manera, que no aceptemos nada y nos sintamos dueños de una verdad que a ratos no es la más acertada. Un comunicador social de una emisora de la capital por ejemplo, en relación a la llegada del Doctor Edwin Asturias –medico guatemalteco, reconocido como uno de los profesionales mejor capacitado en EE.UU. – afirmó: esa comisión “es para que este doctor pase sentado en una computadora sacando datos y en reuniones sin resultados, hubiera sido preferible que me pidan a mi hacer lo mismo, que seguro lo hago mejor y gratis” -sentí vergüenza ajena- procedí a enviar un mensaje rechazando su actitud y sobre todo eliminando de mis contactos su medio de comunicación.
También hay situaciones que se dan y que si merecen un reclamo justificado, como el hecho de las autoridades locales y nacionales no toman decisiones adecuadas, en el momento oportuno, hay inoperancia burocrática que impide tener fluidez en trámites necesarios para los procesos, que salen a luz ahora y que han estado enquistados muchos años en el sistema.
De seguir la cuarentena uno de los aspectos más álgidos será la consecución de alimentos, aspecto que se trasladó a una persona cercana a nuestro Alcalde apenas iniciada la contingencia, y que apunta a establecer un plan para organizar de forma adecuada el funcionamiento de la red de mercados, de tal forma que facilite a la población la consecución de canastas básicas, esta propuesta amigos no recibió respuesta alguna.
Los Guatemaltecos –con mayúscula- son expertos en afrontar distintos tipos de crisis: guerra, componendas políticas, desastres económicas, fenómenos naturales, sociales; pero en ninguna ocasión han tenido un aislamiento social tan severo.
Por consiguiente, nuestra mente se enfrenta a la falta de referencias, dificultando la construcción de expectativas en el desarrollo futuro de nuestras vidas.
Hay una frase de un médico chino que me impresiono, “o derrotamos al virus o este nos derrota a nosotros” en futuro probablemente terminaremos conviviendo con él, vacunados o no saldremos del túnel, esperemos que cuando lo hagamos miremos a nuestro entorno con solidaridad, respeto, y quizá sin angustia.
La pandemia también ha despertado o quizá nos ha dejado ver actitudes de personas que siempre han hecho lo mismo, pero ahora cobran importancia. Varios vecinos de forma abnegada, aportan y reúnen fondos, compran alimentos, ofrecen su tiempo para preparar comida y la comparten con quienes al momento carecen de recursos para solventar la consecución de los mismos. Ellos sin duda merecen un reconocimiento muy especial y ojala alcancemos a hacerlo.
Mi homenaje a quienes hacen de esto una acción diaria, a quienes se preocupan de los más necesitados, mismo con el riesgo de contraer la enfermedad, o quizá nunca se contagien porque tienen en su sistema inmunológico un virus más fuerte llamado #amorquezalteco.