El título de este artículo no tiene ninguna línea ni apariencia de discriminación, entiendo que, más o menos el 98 % de la población guatemalteca, profesa alguna creencia, religión o fe que proviene de las enseñanzas o doctrina de Jesús. Tampoco es mi intención abordar el tema religioso, más bien, reflexionar sobre el papel, el rol, etc., que debemos tomar sobre COVID 19.
Hoy –ayer-, se cumplieron exactamente cinco meses desde que se hizo presente COVID 19 a suelo guatemalteco, después de ese lapso de tiempo el gobierno lleva contabilizados –ojala sean reales- 60 mil 824 personas contagiadas y lamentablemente se registran 2 mil 296 fallecidas. Haciendo números, podemos establecer que en promedio diario se contagiaron 397 y fallecieron 15 personas; al concatenarlo con el censo realizado en 2018, concluimos que, el 0.41% de la población está contagiada de ese virus.
En el caso del departamento de Totonicapán, se han registrado hasta el día de hoy –ayer- 655 contagios y 60 fallecidos. Si hacemos el mismo ejercicio matemático y tomamos como referencia la fecha en que se dio el primer contagio, -10 de mayo-, el promedio diario de contagio es de siete personas y el de fallecidos es de 0.65 personas. Como vemos, no es nada halagador nuestra situación, tanto a nivel nacional, como departamental.
Entonces, ante esta situación ¿qué papel o rol está jugando el cristiano ante COVID 19?
Siempre he estado haciendo preguntas en las redes sociales sobre, el por qué tanto contagio de este virus, si las indicaciones básicas y elementales para contener o mitigarlo ante la falta de una vacuna son: Lavarnos las manos, usar tapa bocas, practicar distanciamiento social, salir a la calle solo en caso de necesidad extrema. Casi la mayoría de personas han respondido que, tenemos mucha irresponsabilidad, no acatamos las recomendaciones sanitarias, otros han llegado al extremo de indicar que, tal enfermedad no existe, otros mucho más extremistas simple y sencillamente han “depositado su confianza en Dios” y que Él los librará de todo mal, incluso han realizado fiestas clandestinas y según ellos, no pasará nada. Pero, las estadísticas hablan por sí solas, los números son fríos y categóricos.
Hemos llegado muchos a postear en nuestras redes sociales, citas bíblicas, como que éstas fueran amuletos o escudos contra el virus, estimado lector, no es así. Una cosa es tener fe y otra muy distinta ser responsable, respetuoso y honesto. Muchos hemos estado jugando con fuego.
El capítulo 91 versículos del 1 al 3 del libro de Salmos, textualmente dice: “El que habita al abrigo del Altísimo, Morará bajo la sombra del Omnipotente. 2 Diré yo á Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en él confiaré. 3 Y él te librará del lazo del cazador: De la peste destruidora.”
La parte final del versículo 3, es uno de nuestros favoritos, hasta lo resaltamos con color amarillo o verde y damos por hecho que estamos curados o por lo menos INMUNES. No quiero ser aguafiestas ni nada por el estilo, pero, hay una condicionante que el escritor puso desde el principio del salmo 91, en este caso, sí voy a resaltarlo y subrayarlo: “El que habita al abrigo del Altísimo”. Así las cosas, no podemos pretender, exigir, clamar, orar, pedir ni exclamar que nos libre de la peste –Covid 19- destruidora, si no estamos habitando al abrigo del Altísimo. Sin ninguna duda, toda persona que busca donde cobijarse o necesita de algún beneficio o favor, debe regirse bajo las normas o reglamento de su anfitrión, el huésped por sentido común no puede hacer lo que se le antoja y al mismo tiempo, esperar beneficios. Si queremos que Dios nos libre de la peste destruidora, debemos, por lo menos, ser cuidados, responsables y honestos. Postear o repetir un versículo bonito no es garantía de inmunidad.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.