Con autoridad no se educa, se adiestra.
Los premios y castigos son un sistema que el educador inventa para hacer que el niño o niña trabaje. Ofreciéndole algo que nada tiene que ver con la actividad. Por ejemplo un padre que ofrece a su hijo un helado cuando termine de hacer las tareas escolares. Una maestra que ofrece puntos a los alumnos para que lean un libro. Un centro educativo que brinda un diploma a un estudiante por destacarse académicamente.
Lo malo de los premios y castigos es que desvían la atención. El niño en lugar de motivarse por el gusto mismo de la materia, se ve atraído por el premio, o repelido por el castigo. Y cuando desaparecen los premios y castigos, desaparecen las conductas deseadas por el educador.
Los premios son una forma de soborno para que hagan algo supuestamente desagradable. El educador le está diciendo implícitamente, “como es feo aprender, entonces te premio con otra cosa”. Los castigos son una forma de maltrato físico y psicológico que les hace odiar las materias. Aparte de amargarles, bajarles la autoestima y volverles rencorosos sociales. Eso está muy lejos de ser educación.
Si usted supuestamente educa a sus hijos e hijas con este sistema, les volverá eficientes, obedientes e infelices. Adaptados a un mundo competitivo en donde aplastar a los demás es la norma. Así no está creando un mundo mejor para todos y todas.
El arte de educar es en el arte de motivar. Contagiarles el amor por el conocimiento mismo, por la investigación, el discernimiento. Por el gusto por compartir sus hallazgos con los demás para el bien común.
En casa pruebe tener una hora de lectura con sus niños y niñas. Se reúnen en la sala y cada quien toma un libro de cualquier materia, leen por media hora y luego la otra media hora comparte cada uno, un dato que les haya encantado. Ya verá que amarán los libros.
Esfuércese por crear ambientes de investigación de campo, ofrézcales herramientas científicas para analizar, interpretar y documentar sus hallazgos, como lupas, microscopios, brújulas, reactivos químicos de laboratorio, multímetros, filtro para cámaras fotográficas, baterías, materiales eléctricos, imanes. Enséñeles a hacer encuestas, análisis políticos y sociales. A hacer una auditoria financiera de una empresa. A diseccionar el pollo del almuerzo antes de meterlo a la olla. Bríndeles útiles de escritorio para dibujar técnicamente representando los fenómenos de la naturaleza.
Que todo sea como un juego agradable. Aprender jugando y jugar aprendiendo. Que sea la verdad misma que motive al estudiante a aprender. Le dejo la siguiente frase para que reflexiones: “Quisiera vivir para estudiar… y no estudiar para vivir”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo