Estados Unidos es un aliado en todos los aspectos de Guatemala, así lo piensan los empresarios, los políticos y el gobierno central. Para los gringos nuestro país es sólo un territorio que les permite contrarrestar algunos de los grandes males que les aquejan, como la migración, el narcotráfico y la trata de personas.
Las elecciones en el país del norte influyen de muchas formas, y con diferentes efectos en territorio nacional. Los políticos más corruptos abogan por la continuidad de Donald Trump, sin importar el tratamiento que le ha dado los guatemaltecos en territorio estadounidense. Los que desean la ganancia y el accenso a la presidencia del partido demócrata consideran la posibilidad de volver a la lucha contra la corrupción.
Donald Trump suscribió un contrato con Jimmy Morales durante su gobierno, algo parecido a un matrimonio, ambos deseosos de que se cumplan sus diversos objetivos. El ex presidente guatemalteco iba en busca de garantizar la impunidad, para ello utilizó la religión y la migración. Traslado la embajada de Guatemala a Jerusalén, dos días después de que lo hiciera Estados Unidos. Esto fue algo así como enviar una tarjeta de amor al mandatario del país norteño. Seguido de este acto meses después, el ex presidente Morales ofreció el territorio nacional para que aquellos que quisieran llegar a Estados Unidos como exiliados, solicitaran asilo antes en Guatemala, lo que ponía en riesgo la vida de hondureños y salvadoreños, ya que al ser perseguidos en su país, arribaban a otro, que, de país seguro, tenía muy poco.
Por estas y otras razones, importa, y mucho las elecciones en los Estados Unidos para el futuro de Guatemala. Los más ignorantes afirman: si obtiene la presidencia los demócratas estaremos ante un gobierno de izquierda y favorecerá los esfuerzos de esta corriente en territorio nacional, nada más estúpido, el hecho de pensar que la lucha contra la corrupción es ideológica. Pero peor aún considerar que el imperio de los gringos, ahora será comunista.
La existencia de dos partidos, uno republicano y otro demócrata en Estados Unidos, es una estrategia, como todas las implementadas por Tío Sam para mantener el statu quo en ese territorio y sus efectos a nivel mundial. Las promesas de campaña son eso, promesas. Biden ofrece para América Central $4 mil millones para eliminar los factores que impulsan la migración, inversión, seguridad pública, estado de derecho, combate a la corrupción, reducción de la pobreza y desarrollo económico.
Trump va continuar con las deportaciones, apoyara a los corruptos que ha venido solapando, e incentivar la inversión. Los demócratas ofrecen sueños, los republicanos realidades, sinceridad, pero ambos siempre antepondrán los intereses de las grandes corporaciones transnacionales norteamericanas, como ha sucedido a lo largo de la historia. Un ejemplo la empresa bananera que tiro por la borda diez años de primavera democrática en nuestra tierra.
Como sea, la lucha por el poder siempre es férrea, los intereses inhumanos, y las ganancias multimillonarias, para unos pocos. Ese supuesto modelo de elección en donde todos, con alto nivel, según ellos de desarrollo, eligen a sus gobernantes, está hoy, como siempre lo ha estado en duda. Fraude, grita por los aires Trump, se encienden las alarmas. Es una bomba de tiempo, la mecha está encendida, los disturbios, robos en comercios y ciudadanos fuertemente armados en las calles, es una posibilidad.
El proceso electoral en un supuesto país desarrollado, Estados Unidos, y otro país, también supuestamente subdesarrollado como Guatemala, son una ilusión, un engaño, un ardid, una maniobra del poder, por el poder y para el poder, estrictamente económico.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.