“El trabajo es un bien del hombre, es un bien digno, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta. El trabajo no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido se hace más hombre”, (Laboren Exercens No. 9). Por lo tanto, el trabajo es un bien que el hombre y la mujer deben agradecer todos los días al Creador, porque gracias a esta actividad humana, se convierten en seres felices y autorrealizados.
Según Maslow el ser humano tiene necesidades fisiológicas: alimento, agua, oxígeno, descanso; de seguridad: evitar situaciones físicas dañosas como el calor y el frío excesivos, accidentes, dolor; de pertenencia: ser reconocido y respetado; de amor: amar y ser amado; de estima de sí mismo: saberse digno de algo, sentirse competente, libre; y de autorrealización: llegar a ser lo que uno realmente es capaz de ser, (Maslow, 2006, págs. 180-181). Y estas necesidades son satisfechas, gracias al trabajo humano. Sin el trabajo, ninguna de estas necesidades podría ser satisfecha. Esta es la razón por la cual, quienes tenemos un trabajo, debemos estar agradecidos con Dios por tener en donde invertir nuestro tiempo, para bien de la empresa para la que laboramos y para bien personal.
En la actualidad hay miles de personas sin trabajo en Guatemala. La incapacidad de los últimos gobiernos para crear fuentes de trabajo ha sido y sigue siendo uno de los talones de Aquiles en la sociedad actual. El desempleo está a la orden del día. A las pocas fuentes de trabajo se le ha agregado la pandemia del Coronavirus, cuyo efecto inmediato ha sido el despido directo e indirecto de miles de trabajadores que ahora están viviendo una de las peores pesadillas de su vida, puesto que no logran satisfacer sus necesidades básicas.
La realidad descrita anteriormente debe ser reflexionada por aquellos que están padeciendo el síndrome de Burnout o síndrome del trabajador quemado. En lugar de estar renegando y quejándose del trabajo que tienen, deberían de hincarse y agradecerle a Dios el trabajo que tienen. El trabajo es una bendición, es una dicha que no todos tienen; por lo que hay que valorarlo.
El 01 de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajo. Es una fecha no sólo para exigir la reivindicación de los derechos de los trabajadores, sino una fecha para agradecerle a la vida y a Dios el tener una fuente de ingresos que nos permite satisfacer las necesidades básicas de la familia. Es un día también para que los grandes y pequeños empresarios se pongan la mano en la conciencia, y traten a sus trabajadores como ellos quieren ser tratados. Deben respetar las leyes vigentes que regulan las actividades laborales. Traten bien a sus trabajadores. No los exploten. No acosen a sus trabajadoras. Un empresario sin moral, tarde o temprano se vendrá a la ruina.
Que San José Obrero interceda por todos, empleados y empleadores, para que juntos hagamos del trabajo una oportunidad para servir a los demás. Nunca olvidemos que “quien no vive para servir, no sirve para vivir”, (Tagore). El trabajo es la oportunidad que la vida nos da para servir con pasión a los demás. Por eso bien decía San Pablo, hablando de los haraganes: “el que no quiere trabajar que tampoco coma”, (2 Tes 3, 10). Por muy sencillo que el trabajo sea, hágalo con su mejor actitud y de manera extraordinaria.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.