Viene a mi mente en este momento la travesía del pueblo de Israel por el desierto durante muchos años. Este pueblo experimentó en carne propia el hambre, la sed, ansiedad y las trampas del diablo. En algunas ocasiones se dejó seducir por el mal y cayó; otras veces permaneció fiel a la alianza hecha con Dios. Pero lo más importante es que nunca caminó sólo, sino que Dios siempre caminó junto a ellos hasta llegar a la tierra prometida, (Cfr. Libro del Éxodo).
También nosotros, estamos caminando cada día de nuestra vida hacia una meta. Humanamente hablando, nuestra meta es la autorrealización y la felicidad; espiritualmente hablando, nuestra meta última es la vida eterna. Y en este camino de la vida, también experimentamos situaciones complejas y frustrantes que no siempre nos permiten estar en paz, sino que nos desequilibran y nos afectan. Pero estas experiencias duras son necesarias para alcanzar la felicidad plena.
Experimentamos el dolor, el sufrimiento, la derrota y las seducciones del mal. Y a veces nos preguntamos por qué nos pasan tantas cosas negativas, si personalmente no estamos haciendo nada malo. Pareciera que, a la gente mala, le va bien; y a la gente buena, le va mal. Pero no es así. Muchas veces la vida y Dios mismo, por el hecho de ser libres, nos permite experimentar las pruebas cotidianas, para hacer de nosotros una mejor versión.
A nivel de país también estamos experimentando en carne propia las consecuencias de las malas acciones que los políticos, que, por años, siempre han pensado en sus propios intereses y no en el bien común de todos. Y estos políticos son cristianos, es decir, creen en Dios y hacen las cosas en nombre de Dios. Durante los últimos años, los chapines hemos sido testigos de los desmadres de muchos politiqueros y de los efectos que estas acciones han tenido para el país. Y ¿en dónde está Dios? ¿Será que Dios camina con este pueblo guatemalteco?
A veces podemos perder la esperanza de que las cosas puedan mejorar. Es tanta la maldad y la seducción de las riquezas, que creemos que todo está consumado y que ya nada se puede hacer. Sin embargo, hay que estar conscientes, de que, así como Dios caminó con su pueblo durante muchos años, así también camino con nosotros. Las acciones de algunos que se desempeñan en puestos clave no son las mejores, pero a veces, Dios permite que pasen esas cosas, para hacer de este país, un mejor país.
El bien siempre triunfa sobre el mal. Como mencionada más arriba, el pueblo de Israel no fue una perita en dulce, pero a pesar de su pecado, Dios siempre los guio en su camino hace la tierra prometida. Esto significa, que a pesar de que algunos guatemaltecos son muy malos, Dios siempre tendrá piedad y misericordia de este país; y tarde o temprano Guatemala verá la luz en medio de la oscuridad.
El pueblo de Israel no fue siempre esclavo en Egipto. Un día Moisés lo liberó. Lo mismo pasará con nuestro país. Durante la última década hemos sido pisoteados por políticos perversos. Pero tarde o temprano los tiranos caerán, y viviremos una nueva primavera en la tierra del quetzal. Mientras esa época llega, a nivel personal no nos dejemos seducir por el mal. Dejémonos seducir por el bien, por Dios. Cuando nos dejamos seducir por Dios, esta vida tiene un mejor sabor.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.