En la actualidad se ha perdido toda noción de ser productivo, la gran mayoría nos enfocamos en trabajar casi que solo para devengar un salario y solventar los gastos o deudas que vamos adquiriendo, muchos otros trabajan incansablemente durante largas jornadas terminando al final del día agotados, mas no satisfechos con lo que realizaron durante tantas horas.
Trabajar es mucho más que solo cumplir con un horario laboral y recibir un cheque a fin de mes, el trabajo conlleva un compromiso y agradecimiento desde el corazón por ser productivos. Muchos justifican no trabajar por “no tener necesidad”, haciendo alusión a que alguien más les provee lo que financieramente necesitan, olvidando por completo que el trabajo es un regalo para el ser humano para poner en acción todas aquellas aptitudes que nos han sido otorgadas.
Al trabajar no solo me refiero a realizar actividades fuera del hogar por las que recibimos un salario, dentro de este hay muchas mujeres amas de casa que realizan diariamente un arduo trabajo, desde ahí hemos tergiversado el significado de ser productivos, y muchas veces menospreciamos a quienes realizan una ardua labor, pero no aportan económicamente, que como este ejemplo seguro hay muchos más de acciones fructíferas que no precisamente se traducen en generar recursos económicos.
El dinero en definitiva es necesario para el subsistir diario, y aclaro, el dinero no es malo, la Biblia dice que “raíz de todos los males es el amor al dinero”. Enfocarnos no en ser productivos sino en hacer dinero a costa de lo que sea y mejor aún, sin que tengamos que realizar mayor esfuerzo, es lo que vemos reflejado casi todos los días en los noticieros del país y en muchos casos que conocemos de enriquecimiento ilícito.
Querer aprovechar cualquier puesto de poder e influencia para aumentar las cuentas bancarias sin importar consecuencias, es lo que ha llevado a nuestro país al estado deplorable en el que hoy se encuentra. A la gente no le importa más ni ser productivos y muchos menos cuidar su reputación, a lo que me permito de nuevo citar lo que dice la Biblia a este respecto, “de más estima es el buen nombre que las muchas riquezas”.
A la gente ya no le importa perder su credibilidad, dejar de ser una persona honrada y honesta para convertirse en seres despreciables por su forma de conducirse, pensar solo en, según ellos, hacer el negocio de sus vidas sin pensar el daño, no solo que están haciendo a los demás, sino que se hacen a sí mismos y a sus más cercanos.
Tristemente el dinero tiende a cambiar a las personas, o quizá y, mejor dicho, saca lo que verdaderamente tienen en el corazón, al creer que el dinero les da poder de hacer lo que les venga en gana, sin respetar el derecho y las necesidades que muchos otros puedan tener. En Guatemala se ha vuelto indiferente ver tanta pobreza y casi que, en un mundo paralelo, evidenciar las sumas exorbitantes de dinero que se mueven tras cada ilícito.
Todos en esta vida como seres humanos merecemos respeto, pero ese respeto, en vez de pedirlo, nos lo debemos ganar, empezando por respetar a los demás, así como nos ganamos el dinero con el trabajo que honradamente realizamos; debemos ganarnos el respeto de los demás siendo personas que aporten y sumen en bienestar para los demás, no que generen conflictos y destrucción.
En fin, como ciudadanos honestos que trabajamos cada día por llevar el sustento a nuestros hogares, nos esforzamos por capacitarnos y fortalecer nuestras habilidades para ser cada vez más productivos, velamos y cuidamos porque nuestro nombre no se vea manchado con acciones que nos puedan generar falsos beneficios, sigamos luchando por el país que anhelamos, exigiendo no solo que se haga justicia y esclarezca tanto despotismo, sino que todas estas tiranías dejen de ser el pan nuestro de cada día.
Mercadóloga especialista en Gestión de Proyectos. Capacitadora, motivadora, estratega y analista empresarial.