Una investigación realizada por la Dirección de Investigación -DIGI- de la Universidad de San Carlos de Guatemala, considera que más de un millón de niños en el país están ocupados en trabajos formales e informales, y que la tercera parte de la población guatemalteca deja de estudiar en edad escolar para dedicarse a trabajar y contribuir con los ingresos de los hogares.
En ese orden de ideas, al hacer un sondeo por los sectores comerciales de Quetzaltenango se puede observar que, en el marcado y comercios de la Terminal Minerva, La Democracia, terminales de buses, calles y avenidas de la ciudad, entre otros sectores, se puede observar a muchos menores de edad en tareas laborales que no están acorde a su edad.
En ese sentido existen patronos que aprovechan la vulnerabilidad de los menores de edad para emplearlos, ya que con estos se omiten todas las formalidades entre las cuales están: firma de contrato, respeto al horario de trabajo, pago del salario mínimo, inscripción al IGSS, y pago de otras bonificaciones entre otras, sin que las autoridades se preocupe por verificar estos extremos.
Es cierto que los niños desde pequeños deben aprender a apoyar en tareas que estén de acuerdo a su edad, esto para que formen consciencia de que todos los que viven en casa deben contribuir en las medidas de sus posibilidades con los quehaceres del hogar.
Existen familias que consideran que cuando sus hijos tengan una edad adecuada deben aprender un arte u oficio, lo cual es totalmente válido; sin embargo, antes de elegir el lugar a donde irán los niños o menores de edad a aprender es necesario que los padres de familia se cercioren de que sea un lugar seguro y en donde existan personas de acuerdo a su edad, de preferencia que cuenten con la constancia del RENAS para evitar que sean vulnerados en su integridad física o mental.