Continuamos celebrando el tiempo pascual. Y uno de los primeros hechos que causó a sombro entre los israelitas fue la curación por parte de Pedro de un hombre lisiado de nacimiento que pedía limosna en la entra del templo de Jerusalén. Pedro le dijo: “No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina”, (Hch 3, 1-10).
Creo vale la pena reflexionar sobre “lo que tengo para a los demás”. Los políticos han sido puestos en los puestos donde están para dar lo mejor que tienen a la población, pero muchas veces nos dan lo peor que tienen, tal como lo hemos vistos estos últimos años en algunos políticos guatemaltecos, y manosean las leyes según sus propios intereses.
En términos generales, todos hemos nacido para dar lo mejor que tenemos. Pero ¿Qué es lo que tengo para dar? La respuesta a esta pregunta es personal. Según el contexto en el que hayamos nacido, en nuestro corazón pueden habitar el odio, la envida y el resentimiento, o bien pueden habitar valores como el perdón, la paz y el amor.
Lo mejor que tenía Pedro era a Jesús en su corazón, y eso es lo que da. Si Jesús dio a los demás lo mejor que tenía, y los discípulos dieron lo mejor que tenían; también nosotros estamos invitados a dar lo mejor que tenemos: una amistad y fraternidad sincera, un amor transparente y una paz sin límites. La sociedad y la iglesia sería otra, si cada uno compartiera con los demás esos valores y virtudes que hemos adquirido en la familia.
Los miembros de una familia deben darse lo mejor que tienen unos a otros: los padres dar lo mejor que tienen a sus hijos y los hijos dar lo mejor a sus padres. La pareja también debe compartir con el otro lo mejor que tiene. A nivel académico los alumnos deben dar lo que tienen: entusiasmo, responsabilidad y disciplina. Los maestros deben dar lo mejor que tienen a sus alumnos: respeto y amor. En una empresa, los trabajadores deben dar lo que tienen: conocimiento y buenas relaciones humanas. En una comunidad religiosa los miembros de la misma deben dar lo que tienen: caridad fraterna y respeto unos a otros.
Considero que si cada uno diera lo mejor que tiene, la vida en sociedad, en familia y en cualquier grupo eclesial, fuera otra. Lamentablemente, algunos dentro y fuera de la iglesia dan lo peor que tienen, y ese veneno lo dejan regado por todas partes como si fueran moscas.
A nivel de iglesia, los diferentes grupos eclesiales deben dar lo mejor que tienen, es decir, dar y compartir a Jesús resucitado con su testimonio de vida. La fe que “disque” tienen algunos en la iglesia, deben manifestarla con palabras y obras, asumiendo una vida más comprometida en la iglesia, y no aparecer una vez año en ocasión de la Semana Santa. Es de suma importancia que todos hagamos el esfuerzo para dar lo que tenemos, y ¿qué es lo que tenemos los cristianos? Pues tenemos a Jesús en nuestro corazón. Compartamos y demos a este Jesús resucitado a los demás. En este mundo hay tanto odio y resentimiento en algunos corazones, que nosotros los cristianos tenemos la responsabilidad de hacerle saber al mundo que es posible vivir en una sociedad y en una iglesia más auténtica y menos hipócrita.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.