En la era moderna, la frontera que separa la fama de la infamia se está desvaneciendo más rápido que un cucurucho de helado en este abrasador día de mucho calor. Las redes sociales se han convertido en un caldo de cultivo para sensaciones de la noche a la mañana, que brotan como dientes de león en el jardín digital.
Lamentablemente, enfrentemos la amarga realidad: no todos son dignos. Mientras que algunos ascienden al estrellato gracias a su talento genuino, otros saltan a la notoriedad debido a su estupidez paralizante, su bancarrota ética o su absoluta imprudencia. Pero ¿por qué aplaudimos tal conducta? ¿Estamos realmente dispuestos a sacrificar nuestros principios e integridad por un momento fugaz de entretenimiento? Sumerjámonos de lleno en este asunto y descubramos formas de celebrar la virtud en lugar de glorificar a los tontos.
En el extravagante ámbito de los medios de comunicación, la estupidez reina y se vende como pan caliente. Es casi imposible encender el televisor o navegar por las redes sociales sin recibir historias de personas que se entregan a bufonadas adormecedoras. Desde el adolescente Farruko Pop, un “cantante” guatemalteco que parece más un mosquito que te molesta por las noches desde que se lanzó como cantante, hasta las celebridades políticas (Neto Bran), que deambulan por las calles en estado de ebriedad o como un gran “hueco”, el mundo devora con entusiasmo las consecuencias, pero simplemente es gente “bien mula”. Sin embargo, en nuestra búsqueda de diversión (pan y circo), a menudo pasamos por alto que glorificar ese comportamiento inadvertidamente genera una generación de imitadores.
Ya es hora de que reflexionemos sobre el mensaje que estamos enviando a nuestra impresionable juventud. ¿Por qué exaltamos la idiotez a gran escala en lugar de abrazar las virtudes que realmente importan: la bondad, la empatía, meritocracia y la destreza intelectual? Pero seamos realistas, todos tenemos parte de culpa por dar origen a esta cultura de idolatrar a los famosos porque solo demuestran ser grandes mulas. Después de todo, somos consumidores ávidos que sintonizamos sus espectáculos, seguimos religiosamente sus aventuras en las redes sociales e incluso derrochamos en sus productos (“cuando la mula es mula, aunque la carguen de santos”).
Sin embargo, imagínese si redirigiéramos nuestra atención hacia resaltar los actos de benevolencia. ¿Qué pasaría si pudiéramos aplaudir a quienes utilizan su fama para una causa noble en lugar de prestar atención a quienes aparecen en los titulares por sus imbéciles hazañas o declaraciones? Ya es hora de que reconozcamos y elevemos a aquellos que se esfuerzan por generar un impacto positivo, por insignificante que parezca. Ah, aquí se presenta la ardua tarea de examinar el pajar lleno de fama para encontrar aquellos dignos de nuestra genuina admiración. Si bien las celebridades ejercen una influencia sustancial a la hora de aprovechar su estatus para causas nobles, no pasemos por alto a los héroes anónimos que acechan en las sombras. Por ejemplo, el logro de la guatemalteca científica ingeniera química Susan Arrechea recientemente galardonada, están los 50 años de McDonald´s donde José María Cofiño decidió abrir el primero en Guatemala; y si nos vamos internacionalmente, vemos a James Stephen «Jimmy» Donaldson (Mr. Beast), que anunció un sorteo para regalar aproximadamente 26 automóviles, Tesla simplemente porque es su cumple 26 años, cambiando la vida de muchas familias desde 2017.
Mientras tanto, las Naciones Unidas (ONU) fundada en 1945, sigue sin ayudar a la humanidad de alguna manera u otra. Puede que las enfermeras, los profesores y los voluntarios no aparezcan en las portadas de las revistas de moda ni sean tendencia en las redes sociales, pero su impacto en sus comunidades es tangible y profundo. No subestimemos la enorme potencia de un humilde acto de bondad. No se trata de acumular un ejército de «me gusta» o seguidores, sino de las huellas duraderas que dejamos en las vidas que tocamos.
Seamos sinceros, debemos mirar detenidamente en el espejo virtual y hacernos responsables del contenido que propagamos. Es tentador sucumbir al encanto de los títulos llamativos y de las historias escandalosas, pero haz una pausa por un momento y reflexiona: ¿realmente vale la pena? ¿Estamos sacrificando nuestra brújula moral en aras del entretenimiento? ¿Estamos poniendo los «me gusta» en un pedestal más alto que nuestros valores? La próxima vez que aparezca una historia llamativa en tus noticias, pisa el freno y haz un poco análisis de conciencia. ¿Es esto algo con lo que realmente quieres asociarte? En pocas palabras, ya es hora de que dejemos de otorgar fama a los tontos desde la televisión local, hasta el político sinvergüenza y todos aquellos colados en las redes sociales. En cambio, canalicemos nuestra energía hacia la defensa de esfuerzos virtuosos y dejar una huella positiva.
Nuestras plataformas deberían servir como plataforma de lanzamiento para elevar a quienes realmente marcan la diferencia. No se trata de tener una actitud más “santa” que Casa de Dios, ni de juzgar a los demás y evita eso, llamado doble moral, sino más bien de alinearnos con nuestras convicciones fundamentales. Entonces, abrochémonos el cinturón, seamos catalizadores del cambio y encarnemos la transformación que deseamos presenciar en nuestro mundo salvaje y con un mundo que está de cabeza.
Y antes de hacer cualquier tipo de videos o con dar declaraciones, asegúrense que tengan el apoyo como el conocimiento necesario, además la reforma que protegió Thelma Aldana en el 2016 y que al final quedaron en puros bufos, porque estos shows del chucho triste solamente dejan claro que hemos caído muy bajo en esos niveles de pura mediocridad y estupidez. Simplemente, le dice a los guatemaltecos, que seguirán para adelante con mucho esfuerzo de continuar siendo el ridículo y nunca vamos a cambiar el sistema por el cual todos los políticos se hacen millonarios y aún se quedaron con las ganas de “llorar”, porque el principio de no retroactividad de la ley es una aplicación para el ámbito penal y no para el ámbito administrativo. Que Dios, Buda, Maximon, Zeus, Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo y Artemisa se apiade de Guatemala.
P.D Madre, el mejor regalo que te puedo entregar y que sé que es el que más te gustará, es mi corazón y todo mi cariño. Gracias por traerme a este mundo y ver siempre lo mejor de mí. Felicidades a todas las madres, tu amor, fuerza y sabiduría me inspiran todos los días.