El día doce de octubre del presente año un grupo de ciudadanos salieron a las calles a manifestar. No se sabe con certeza quién organizo la actividad. Los resultados representaron simbólicamente varios aspectos, uno de ellos, está constituido por la lucha de un pueblo que se ha visto seriamente mancillado, violentado, explotado, despojado, abandonado, sin Estado, sin gobierno. La identidad de su Nación perseguida, oculta, enterrada.
El grupo de manifestantes intento destruir el monumento a Colom, no pudieron. Se dirigieron al monumento de Reina Barrios, lo decapitaron, pintaron de rojo, intentando dejar en evidencia la muerte que significo su gobierno. Este hecho no es aislado. En toda Latinoamérica grupos de manifestantes han atacado los monumentos de todo aquello que represento la invasión a sus tierras. Estas acciones han tenido reacciones diferentes en la población.
Las redes sociales sirvieron para que los que están de acuerdo con la destrucción de los monumentos que simbolizan 500 años de muerte, robo y explotación sean removidos. Es verdad es la historia de América, pero no es una novela de amor entre los pueblos y el invasor. Me llamaron la atención dos comentarios que eran recurrentes, con diferentes palabras pero con un mismo sentido. Los que no aprueban la destrucción de la estatua, califican de resentidos a quienes la destruyeron. Otros de delincuentes. Llaman a realizar lecturas de la historia del invasor, para no cometer tal sacrilegio. Esa historia romántica que enseñan en la escuela. Los éxitos de los presidentes, como Justo Rufino Barrios, o su sobrino Reina Barrios, ambos tomaron el poder por las armas, ninguno lo hizo democráticamente, por ello seguramente sus acciones favorecieron a quienes hoy poseen esos miles de miles de extensiones de territorio. Los grandes agroexportadores, ellos no compraron la tierra, la recibieron del gobierno, luego de que esta fue despojada de sus verdaderos propietarios.
No se cambia la historia derribando estatuas y monumentos, en eso todos debemos estar de acuerdo, lo que también debe ser un acuerdo nacional, es que Cristóbal Colom, y Reina Barrios no son los héroes que este país debe honrar. Derribar todas esas historias falsas de la construcción de una patria es una necesidad urgente. Solo dos gobiernos en la historia de este país tomaron el poder de manera democrática y representativa, Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz, todos los demás o llegaron por la fuerza de las armas o por eventos electorales fraudulentos como el de los últimos presidentes en una era demagógicamente llamada democrática, iniciada en 1986.
Muchos indignados por una cabeza de metal. Sera que les indignara de la misma forma, la cotidianidad de nuestras ciudades. Madres con niños, portando banderas blancas en las calles, pidiendo alimento. Niños muriendo de hambre. 15 asesinatos diarios, 2 de ellos de mujeres violadas, torturadas. 6 mujeres desaparecen todos los días. Niños obligados a salir a trabajar, si viven en el campo, en la agricultura, si viven en la ciudad a vender o prestar algún servicio, recibiendo a cambio un mísero salario. Jóvenes sin futuro, porque los empresarios envían sus ganancias a otros países, por seguridad o para evadir el pago de impuesto, crean las fuentes de empleo mínimas, solo cuando las ganancias son seguras, piden inversión extranjera y ellos invierten en el extranjero.
Acaso usted indignado no se ha dado cuenta que, los indicadores de pobreza, desnutrición, analfabetismo, abandono escolar, muertes por falta de medicamentos y atención médica, desempleo, subempleo, asesinatos, son el efecto de las acciones tomadas por los gobernantes que, los últimos 500 años dirigieron los destinos de este país. Debemos dejar de acusar al otro por las acciones que toma, comprenderlo. Hay que construir puentes que permitan unir a nuestros pueblos, atender sus necesidades, sus aspiraciones, sus sueños. Cuando logremos que el guatemalteco decida caminar descalzo por convicción y no por necesidad, habremos construido la Nación con igualdad de derechos y obligaciones para los cuatro pueblos que la habitan.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.