Promocionar información sobre la magnitud, composición, estructura y distribución espacial de la población vinculada al territorio.
Ofrecer información sobre las características de las viviendas, el acceso y uso de servicios básicos y su distribución en el servicio nacional.
Producir base de datos integradas sobre población y vivienda, referidas a un mismo periodo de recolección y un mismo espacio geográfico.
Contribuir a la modernización del sistema estadístico nacional, que tiene como marco ordenador las cifras de los censos nacionales.
La extraordinaria ventaja del censo es que representa el universo estadístico completo de un país o región, reflejando hasta las unidades geográficas más pequeñas. Los responsables de planificación necesitan contar con estos datos en todo tipo de tareas para el desarrollo, como, entre otras, la evaluación de las tendencias demográficas, el análisis de las condiciones socioeconómicas, el diseño de estrategias para la reducción de la pobreza con base empírica, la supervisión y evaluación de la eficacia de las políticas, y el seguimiento del progreso en relación con los objetivos de desarrollo acordados a nivel nacional e internacional.
Esta información también permite sensibilizar a los responsables de la adopción de decisiones gubernamentales, y al público en general, sobre cuestiones de población. Además, un censo nacional suele ser la única fuente de información para identificar formas de exclusión social, demográfica o económica; como, por ejemplo, las desigualdades de carácter racial, étnico o religioso. Proporciona, asimismo, datos acerca de las regiones desfavorecidas y los grupos vulnerables, como la población pobre, los jóvenes, los ancianos, las personas con discapacidades o las mujeres y las niñas. Los censos permiten también empoderar a las comunidades locales proporcionándoles acceso a datos esenciales. Del mismo modo, pueden fomentar la participación en la toma de decisiones locales gracias a un mejor conocimiento de las necesidades de las comunidades y a la garantía de una representación basada en cifras precisas.
Un censo de población y vivienda tradicional requiere cartografiar todo un país, decidir qué tecnología debe emplearse, movilizar y capacitar grandes cantidades de censistas, realizar una campaña pública importante, sondear todos los hogares, recoger información personal, recopilar cientos de miles —si no millones— de cuestionarios cumplimentados, supervisar los procedimientos y resultados, y analizar y difundir los datos.
Se trata de una operación laboriosa y costosa, pero de vital importancia. Solo un censo puede proporcionar los datos detallados y precisos que los analistas y los encargados de la formulación de políticas necesitan para crear políticas de desarrollo bien fundadas, y con base empírica. Se recomienda realizar un censo nacional cada 10 años para que haya disponible información comparable. Una serie de censos permite a los expertos evaluar el pasado, describir el presente y realizar estimaciones para el futuro.
Dada la repercusión de los datos que se obtienen, el proceso puede resultar controvertido y requiere una supervisión estrecha. Además, como normalmente se realiza un censo cada década, es difícil conservar los conocimientos especializados en los centros nacionales de estadística entre un censo y otro. Para cuando empieza un nuevo ejercicio censual, muchos demógrafos y estadísticos expertos se han trasladado al sector privado o se han jubilado.